jueves, 26 de junio de 2008

Reseña: Alma sangrienta

Alma sangrienta.
Archivos vampíricos – 2.

P.N. Elrod.

Reseña de: Jamie M.

La Factoría de Ideas. Col. Ventana abierta # 25. Madrid, 2008. Título original: Lifeblood. Traducción: Ana María Nieda Calvo. 311 páginas.

Tras los hechos de la primera novela de la serie, La lista sangrienta, el vampiro Jack Fleming se ha convertido en una especie de ayudante o “chico para todo” del detective Charles Escott, colaborando con él en la resolución de sus casos, utilizando para ello sus recientemente adquiridas habilidades. Decidido a emprender una nueva “vida”, toma la drástica medida de romper con su pasado y dejar de buscar a Maureen, la mujer por cuyo amor se convirtió en lo que es y de la que no tiene noticia desde su repentina e inexplicada desaparición; por ello retira el anuncio que publicaba desde hace tiempo en diversos periódicos instándola a contactar con él. Sin embargo, esa decisión desencadenará insospechadas consecuencias, colocando tras su pista a unos indeseados, y un tanto chapuceros, cazavampiros.

Elrod vuelve en esta ocasión a jugar a su placer con todos los mitos vampíricos que pululan por el acervo cultural de la humanidad, haciendo de la confusión sobre el tema que tienen los fanáticos cazadores motivo de broma en algunas ocasiones y socorrido deux ex machina que le permite salvar las situaciones complicadas en otras.

Mucho más alejada del ambiente “gangsteril” de la primera, Alma sangrienta es una novela entretenida, pero totalmente intrascendente, sin grandes sobresaltos ni emociones, mucho más plana que su antecesora, con menos acción (aunque, sin duda, también la hay) y bastante lineal en sus planteamientos. No profundiza mucho más (y era poco) en la caracterización de los personajes, ni amplía en exceso el mundo en el que se mueven los protagonistas, desperdiciando de alguna manera el magnífico escenario que ese Chicago post Capone le ofrecía; añadiendo, eso sí, nuevos jugadores en la ecuación para acompañar a unos cuantos supervivientes de la anterior, y gracias a los cuales consigue la autora algunos de los mejores aportaciones a la novela.

En esta ocasión la trama girará por encima de todo sobre el tema del ansia de ciertas personas por la vida eterna (o muy longeva) a pesar del precio que haya que pagar por ella y que les llevará a no dudar a utilizar cualquier medio a su alcance, casi todos ilegales, violentos y coactivos, para conseguir que Fleming les “contagie” su vampirismo. Y por otro lado, nos encontramos con la vertiente contraria y enfrentada, que lo ve como una abominación de la naturaleza, que llevará a los cazadores a perseguirlo allí donde vaya para erradicarlo de la existencia, utilizando para ello también todos los recursos que crean adecuados para exterminarlo. Se produce un curioso juego moral, donde perseguido y perseguidores se podría considerar que son de los “buenos”, pero con objetivos contrapuestos, y donde los “malos” son en realidad quienes manejan a su antojo los hilos de todos, aunque al final quedará claro que existen muchos grados de maldad y que nadie es tan inocente como parece.

Esta combinación de libro agradable de leer, con una prosa más bien plana pero amena y ágil, entretenido, que se lee en un suspiro pero que es absolutamente prescindible, de consumo rápido y olvidable, unido a que La Factoría, en una decisión editorial totalmente legítima (el mercado manda), ha decidido unificar el tamaño y el precio de los libros de la colección Ventana Abierta con el del resto de sus colecciones (Solaris, Línea Maestra, Calle Negra…) me hace plantearme seriamente la decisión de seguir o no con estos títulos. Si algunas de las series encuadradas en Ventana Abierta ganan incluso con el cambio, como es el caso de Honor Harrington (bastantes páginas y una letra de tamaño aceptable, que antes era excesivamente diminuta), otras como la que nos ocupa o la de Harry Dresden por poner otro ejemplo, pierden claramente atractivo al pasar de unos aceptables 13,50 € a los 19,995 € de los libros de mayor tamaño.

Por mi parte, lo cierto es que la lectura de Alma sangrienta tampoco ha creado en mí un ansia, ni siquiera un excesivo interés, en saber lo que acontece en el futuro de la no vida de Jack Fleming. Puedo estar perdiéndome algo bueno, quizá, pero habiendo tantos libros en las estanterías donde elegir, puede ser que la decisión de La Factoría me ponga en bandeja mi propia decisión. Cuando salga el tercero me plantearé la respuesta.

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