domingo, 6 de julio de 2008

Reseña: El diablo que ya conoces

El diablo que ya conoces.

Mike Carey.

Reseña de: Jamie M.

Dolmen editorial. Palma de Mallorca, 2007. Título original: The Devil you Know. Traducción: Tina Parcero. 396 páginas.

Mike Carey fue durante un buen número de años el guionista del cómic (entre otros muchos) Hellblazer, donde se narran lasa aventuras (o más bien desventuras) de John Constantine, especie de mago desfacedor de entuertos sobrenaturales. Y lo cierto es que se nota. Yo no sé si es que se quedó con ganas de más, si se dejó historias por contar en el “tintero” o si es que se ha quedado anclado en el registro…, pero este Félix Castor, protagonista de El diablo que ya conoces, se me antoja un trasunto excesivamente parecido a aquel (chistes sobre gabardinas incluidos) como para marcar una distancia real que separe a uno de otro. Y si te gustan o te gustaron, como es mi caso, las historias de Hellblazer, lo cierto es que tampoco hay mayor problema, es muy posible que el libro no te defraude; pero también es cierto que se le debería pedir algo que el simplemente vivir de los clichés establecidos por el cómic.

El mundo de Félix Castor no es el de Constantine (eso faltaría). En El diablo que ya conoces el mundo de lo sobrenatural ha empezado a manifestarse libremente a plena vista, mostrándose fantasmas o zombies abiertamente ante la mirada de las personas “normales” (cosa que no sucedía en el cómic, donde todo el mundo mágico permanece mucho más secreto), pero lo que es el personaje, su caracterización, sus reacciones, su actitud vital pasota y descreída ante todo y todos los que le rodean, sus diálogos cáusticos, su cinismo y el toque de amargura… beben sin rubor de la personalidad que durante tantos años y a lo largo de tantos comic-books ha ido forjándose John Constantine.

Verdad es, también, que el formato “novela” permite al autor una mayor libertad, una mayor expansión para profundizar en los detalles, en la psicología o en los estados anímicos que en la versión gráfica, más centrada en otros aspectos visuales; pero también lo es que Carey tampoco parece excesivamente preocupado de caracterizar a su personaje o a sus secundarios.

El diablo que ya conoces es un thriller fantástico, donde Félix Castor, de profesión exorcista (aunque en medio de un periodo “sabático”, dedicándose cuando se inicia la novela a hacer funciones de magia disfrazado de payaso), se ve forzado por ciertas deudas (propias y ajenas) a aceptar, contra su voluntad y todo lo que le dictan sus instintos, un caso aparentemente sencillo: expulsar un espíritu femenino que se ha instalado en la sede del Archivo Bonnington, apareciéndose a los trabajadores y dificultando el normal desarrollo de sus tareas. Cuando Castor, como previo paso al exorcismo, empiece a indagar sobre las motivaciones que han llevado al fantasma a morar en tal lugar o qué es lo que la ata a ese edificio en particular, las cosas comenzarán a complicarse, y mucho, llegando a correr peligro su propia vida.

Con una prosa más que correcta, aunque excesivamente directa, sin ningún artificio literario, Carey irá haciendo aparecer a los distintos personajes implicados, dejando caer pequeñas pistas (que muchas veces confunden más que ayudan al lector a desentrañar el misterio, como callejones sin salida) sobre los oscuros secretos que se ocultan tras la, en apariencia, apacible fachada del Archivo Bonnington.

Castor se verá envuelto en un asunto que le supera, donde su auténtico problema serán los vivos y no los muertos, donde un jefe mafioso con turbios negocios de prostitución con ramificaciones hacia los países del este de Europa se tomará un interés muy personal en su investigación, y donde hombres bestia, súcubos y fantasmas parecen haber cogido número en la fila para hacer de su vida un infierno. Afortunadamente para él, también encontrará algún amigo por el camino, desde su sicodélica y medio bruja casera hasta la bibliotecaria enrollada cuya ayuda resultará imprescindible, porque sin ellas su futuro habría sido pero que muy negro.

Llega un punto en que el libro, a pesar de su escritura algo plana, ya no se puede soltar metido uno de lleno en la emoción de lo narrado. A los seguidores de Hellblazer y Constantine (como, ya lo he confesado, es mi caso) sin duda les gustará, pues se antoja un guión del citado cómic engordado y desarrollado en forma de novela, aunque poco más. Es una lástima que Carey no consiga despojarse del manto (o la gabardina) de Constantine para facturar una obra algo más original; aunque lo cierto es que El diablo que ya conoces entretener, entretiene. A veces no se le puede pedir más a una novela (¿o a un autor?).

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