jueves, 28 de agosto de 2008

Reseña: El Gran Duque de Alba

El Gran Duque de Alba

William S. Maltby

Reseña de: Amandil

Atalanta. Col. Casa de Alba. Girona, 2007. Título original: Alba. A Biography of Fernando Álvarez de Toledo, Third Duke of Alba. 1507-1582. Traducción: Eva Rodríguez Halffter .489 páginas.

La publicación de esta obra (en realidad una nueva edición en español de la obra editada por la editorial Turner en 1985) en el año 2007 respondió a la conmemoración, extremadamente silenciosa y casi únicamente a nivel familiar, del quinto centenario del nacimiento del tercer Duque de Alba. La editorial Atalanta, fundada por Jacobo Siruela, Conde de Siruela, cuarto hijo de la actual Duquesa de Alba, decidió volver a poner en el mercado la que, hasta el momento, era una de las pocas biografías del celebérrimo duque.

La elección de esta obra responde, además, a que su autor, el historiador estadounidente William S. Maltby, enfoncó la obra desde su misma concepción como un intento de alcanzar la verdadera figura del Duque y no como un corolario de loas o de insultos. A fin de cuentas el personaje ha sido, incluso en vida, uno de los grandes objetivos tanto de la exaltación patriótica (por sus virtudes) como de la crítica más antiespañola (forjada en la conocida como Leyenda Negra).

El propio autor reconoce que su acercamiento a la figura de Alba comenzó lastrada por la gran cantidad de prejuicios que envuelve la figura del mismo en el mundo anglosajón. A fin de cuentas ha sido durante siglos una figura-icono que representaba todo lo oscura que fue la monarquía hispánica (desde el punto de vista de sus enemigos, por supuesto) en aspectos tan trascendentes como la intolerancia religiosa y étnica o esa especie de "anti-razón" lastrada por siglos de presencia inquisitorial y castiza en la vida del país.

Sin embargo, rápidamente Maltby señala que le sorprendió como una figura tan supuestamente nítida en su oscuridad, carecía de biografías o estudios monográficos explícitos y serios que se apoyasen en fuentes primarias o coetáneas. No había prácticamente nada. Las fuentes usadas hasta el momento, en el mundo anglosajón, siempre eren claramente tendenciosas, abiertamente hostiles al personaje y, en muchos casos, los historiadores que las habían consultado eran tan contrarios al duque como las fuentes de que se habían nutrido. En esa tesitura ¿era posible una aproximación histórica, seria y libre de prejuicios a una de las figuras más importantes del siglo XVI europeo?

Si la respuesta a esa pregunta ha de buscarse en el contenido de este libro podemos decir que sí. El autor, tras bucear en una cantidad abrumadora de fuentes primarias, tanto favorables como contrarias al duque, ha sido capaz de esbozar de manera bastante fiable una biografía que, sin restar un ápice a los hechos más oscuros protagonizados por Alba, resalta las partes menos conocidas de su personalidad y señala sin tapujos los muchos aspectos claramente positivos que le convirtieron, según dijeron de él incluso sus enemigos coetaneos, el más grande militar de su generación.

Maltby comienza su obra presentando el origen de la Casa de Alba, en el turbulento siglo XIV castellano, dónde por medio de una serie de actuaciones más bien heterodoxas el tatarabuelo del duque se hizo con el control de la villa de Alba de Tormes y de un creciente patrimonio nobiliario que terminaría convirtiéndose en la heredad de la familia. A partir de ese momento, la familia "de Toledo" crecerá hasta alcanzar el título ducal, en la figura del abuelo de Fernando.

La educación del joven Fernando, que recaerá en manos de su abuelo Fadrique, tras la muerte de su padre en un fallido ataque a la costa del norte de África, se verá marcada por el parentesco de la familia con Fernando el Católico (el nombre del joven duque se le puso en honor al Rey Católico, primo de su abuelo), por el sentido de pertenencia a la "nobilitas feudal" española, por una absoluta lealtad a la monarquía y la idea de la eterna lucha contra el infiel como seña nacional y de lealtad a la Iglesia. Se le introduce la pasión por la milicia y, para regocijo de su abuelo, muestra desde pequeño una tremenda aptitud para todo lo relacionado con la intendencia, la estrategia militar y el mando. Para sorpresa del lector, Alba también recibió una educación humanista y casi Erasmiana, siendo compañero de armas y amigo de Garcilaso de la Vega, y siempre sintió una especial devoción por el Renacimiento, en honor al cual, siempre que pudo a lo largo de su vida, dio forma a la que sería su residencia de descanso, La Abadía, a la que dotó de hermosos jardines y de un palacio reflejo de las tendencias renacentistas del momento.

Muchas de las decisiones y actuaciones de Alba, según señala el autor, deben ser analizadas a la luz de estas indicaciones ya que, aunque pasasen los años, el duque siempre fue leal a estos principios que él consideraba inamovibles y eternos.

Forjado de este metal, Fernando Álvarez de Toledo se convierte rápidamente en una de las figuras más cercanas al emperador Carlos V (que es sólo siete años mayor que el duque), quien descubre en él un líder militar absolutamente leal, efectivo y tremendamente dotado para hacerse cargo de las misiones más complejas en lo diplomático (se caracterizó por ser un gran polemista y un extremadamente buen jurista) y en lo meramente militar. Además su elevada posición en la nobleza castellana permite al Emperador utilizarle como puente con sus vasallos hispánicos en aquellos momentos más complejos (especialmente tras la revuelta de los Comuneros, dónde los Toledo siempre estuvieron del lado de Carlos I).

Maltby narra ágilmente las múltiples campañas de Alba en el norte de África, vengando a su padre y siempre al lado del Emperador. Su etapa como virrey de Nápoles y Sicilia y gobernador de Milán en plenas guerras con el Papado y con su aliado francés, el rey Francisco I. Las guerras en la Alemania azotada por el inicio de la reforma protestante. Finalmente, dedicando un especial énfasis, su presencia en los Países Bajos como gobernador y la que sería su última misión a las órdenes de Felipe II, la anexión de Portugal.

Pero sobre toda la obra siempre flota, en parte provocado por el propio autor, una especie de sensación de "necesidad de justificación" que, en realidad, es un intento de explicación de porqué, cuando llegó el momento de actuar contra Guillermo de Orange y los demás rebeldes holandeses, el duque de Alba optó por la política de firmeza y mano dura que, por ejemplo, evito utilizar en las campañas contra el Papa o incluso contra los franceses o los electores alemanes.

Alba, explica Maltby, cuando fu destinado a los Países Bajos, acudió en contra de su voluntad y confiando en que en pocos meses el propio rey Felipe II iría en persona a hacerse cargo de la lucha contra los rebeldes. Su misión en Holanda sería pues la de un general pacificador, que habría de derramar la sangre necesaria para terminar con la revuelta y que así, cuando el Rey hiciese su aparición y tomase el control directamente, pudiese asumir el papel de príncipe benevolente que traería un perdón general y restauraría el orden natural de las cosas. Alba, pues, asumiría la carga negativa y Felipe II la positiva.

Pero pronto el duque fue consciente de que el Rey no acudiría a los Países Bajos y que su gestión como gobernador estaba encaminada al fracaso. Además, como el autor explica de manera sobervía y muy amena, las conjuras en la corte española (la lucha entre los Toledo, liderados por el propio duque, y los Mendoza, liderados por Ruy Gómez, Príncipe de Éboli) en contra de Alba impedían que se le hiciesen llegar los recursos necesarios en hombres y dinero para salir victorioso de aquél trance.

Es entonces, en aquél trance, dónde se forjará en el mundo anglosajón y holandés, la peor leyenda de Alba. Sus métodos, en absoluto ajenos a la época, así como su inamovible fe católica y su férrea creencia en el "orden divino del mundo" (en el que la rebelión contra el legítimo Rey equivalía a ir contra la Ley Natural y por tanto los designios de Dios), le convirtieron en objetivo fácil de los panfletos propagandísticos de sus enemigos y, en última instancia, acabaron por convertir al duque en el mito que daría carta de naturaleza y existencia a la legítima resistencia de los holandeses. Y, como indica Maltby, aquellos rebeldes serían posteriormente los fundadores de Holanda y, por tanto, los héroes nacionales a los que su propia exaltación histórica contribuiría a la conversión de Alba en algo así como la encarnación del mal absoluto.

¿Consigue el autor proyectar luz sobre la figura de Fernando Álvarez de Toledo? Sin duda ninguna lo hace de un modo más que correcto, saca a la luz los aspectos menos conocidos del duque y no duda en señalar sus errores y sus aciertos. En los Países Bajos, en Portugal, en Italia, en Alemania, en el norte de África e incluso en su periodo en Inglaterra, como ayudante del rey consorte Felipe, se nos muestra a un hombre de su tiempo, que supo forjarse un prestigio militar inmenso, al que admiraron sus enemigos y sus amigos, que supo prever el desastre que sería seguir en Flandes y que no dudó en ignorar las órdenes del rey, fuese Carlos o Felipe, cuando consideró que supondrían un desastre.

Alba no fue un hombre común y, como afirma el autor, si hubiese sido menos virtuoso quizá habría podido salir mejor parado de su etapa flamenca. Un hombre con unas convicciones religiosas y políticas más flexibles quizá hubiese podido granjearse la simpatía de algunos de los que se vieron abocados a rebelarse. Pero entonces el Duque de Alba no hubiese sido él.

Este libro, si te gusta la Historia y la época, es indispensable para entender un momento de nuestro pasado en el que se dieron algunos de los momentos más intensos, hermosos y tristes en la Europa que ya avanzaba, sin posibilidad de freno, hacia los turbulentos años de las Guerras de Religión y la temible Guerra de los Treinta años. Merece la pena ser leído y disfrutado.


domingo, 24 de agosto de 2008

Noticia: Colección El Sorprendente Mundo de Terry Pratchett, en Altaya

Como sabemos que muchos sois aficionados a Pratchett, nos hacemos eco de una noticia de interés ofrecida por Alejandro Serrano que leemos a través de Fantasymundo.
La única pega del coleccionable podría ser el desorden en la publicación de los títulos del Mundodisco, pero lo cierto es que la oferta es realmente atractiva.

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Acaba de lanzarse a la venta en toda España de la mano de Ediciones Altaya la colección El Sorprendente Mundo de Terry Pratchett, que pone a disposición del lector un total de 29 títulos, la mayoría pertenecientes a su aclamado mundo de fantasía humorística: Mundodisco, traducido a 27 idiomas distintos y que ha vendido más de 40 millones de ejemplares.

Todos los ejemplares de esta colección de Ediciones Altaya están publicados en tapa dura, con las ilustraciones originales de cada uno de los títulos, atribuidas al genial Josh Kirby, y están llenos del disparatado e irreverente humor de uno de los escritores más aclamados de la fantasía moderna. El británico Terry Pratchett (1948) publicó su primer relato con 13 años, y cursó estudios de periodismo. A los 23 años se publicó su primer libro, que tuvo buena acogida por parte de la crítica, pero el éxito mediático no le llegó hasta los 35, con la edición de la primera novela perteneciente al Mundodisco y que abre esta colección de Ediciones Altaya: “El color de la magia”. Esta hilarante y sorprendente pieza del absurdo le abriría las puertas del olimpo internacional, y dio origen a un mundo bien dibujado y cohesionado en su locura, con millones de fans en todo el mundo, y que Ediciones Altaya recupera con todo el sabor original.

En 1998, Pratchett fue nombrado Oficial de la Orden del Imperio Británico, como reconocimiento a los servicios prestados a la corona en el ámbito de la literatura, y al año siguiente fue depositario del título Doctor Honoris Causa en Literatura por la Universidad de Warwick, y en 2001 por la de Portsmouth. También recibió la medalla de la Orden del Imperio Británico. Superventas y autor galardonado, el autor no ha perdido ni su humor ni su buen hacer, y continúa escribiendo hoy en día, pese a habérsele detectado la enfermedad del Alzheimer en su fase temprana.

El Mundodisco es una creación del propio Pratchett, que usa como escenario para sus hilarantes aventuras. En este universo plano, cuyo peso es sostenido por cuatro elefantes, apoyados en el caparazón de una gran tortuga estelar llamada Gran A’Tuin, tienen cabida multitud de parodias de otros escritores, como J.R.R. Tolkien, Shakespeare, Robert E. Howard o Lovecraft, y navega desde una ambientación victoriana hasta la medieval-fantástica. El autor no duda en introducir elementos presentes para apuntalar su humor ácido e irreverente, e incluye elementos y criaturas fantásticas en sus aventuras. El Mundodisco se ha expandido también a otros ámbitos desde la saga literaria, y ha conocido adaptaciones al teatro, series de dibujos animados y musicales.

Cada entrega de esta nueva colección de Ediciones Altaya se corresponde con un volumen, salvo la segunda, que es doble, y contiene “Rechicero” y “Brujerías”. El primer libro de la colección, “El color de la magia”, se publica al precio de 2,99 euros, los dos volúmenes que forman la segunda entrega a 7,99 euros y cada uno de los restantes volúmenes a 7,99 euros cada entrega, con una periodicidad semanal.



Suscribiéndote a la colección recibirás en tu domicilio un envío mensual por parte de la editorial y dispondrás de una serie de ventajas y regalos para premiar tu fidelidad: los 2 volúmenes de la 2ª entrega y el volumen de la 3ª por 7,99 euros en vez de 15.98 que sería su precio en el quiosco. Y de Regalo: una cinta para el móvil con decoración de Terry Pratchett (2º envío), una taza, también decorada con motivos del autor y los libros de Mundodisco (4º envío), tres láminas numeradas con los mejores dibujos de Josh Kirby y carpeta (6º envío), y el libro “Carpe Jugulum” (7º envío). Los gastos de envío son gratuitos, y tienes la seguridad de que el precio de venta no varía mientras dura la colección. También puedes interrumpir la colección en cualquier momento, sólo tienes que avisar a Ediciones Altaya, y recibirás las entregas a través de correos, sin necesidad de pagos previos.

Además, entre todas las personas que se suscriban a través de la página de Ediciones Altaya a cualquiera de las colecciones lanzadas este mes de agosto 2008, la editorial sortea 10 Playstation 3.

Entregas:

1. El color de la magia 2. Rechicero 2bis. Brujerías 3. Mort 4. Pirómides 5. La luz fantástica 6. Ritos iguales 7. Camioneros 8. ¡Guardias! ¡Guardias! 9. Cavadores 10. Eric 11. La nave 12. Imágenes en acción 13. El segador 14. Buenos presagios 15. Brujas de viaje 16. Dioses menores 17. Lores y damas 18. Leyendas negras 19. Hombres de armas 20. Soul music 21. Homenaje a Tolkien 22. Tiempos interesantes 23. Mascarada 24. La tierra media. Reflexiones y comentarios 25. Pies de barro 26. Papá puerco 27. Voto a bríos 28. El país del fin del mundo





martes, 19 de agosto de 2008

Reseña: Soldado de Sidón

Soldado de Sidón.

Gene Wolfe.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

La Factoría de Ideas. Col. Solaris fantasía # 66. Madrid, 2008. Título original: Soldier of Sidon. Traducción: páginas.

Hay ocasiones en que uno llega a sospechar que algunos premios se conceden “porque ya le tocaba al autor”. Soldado de Sidón, Premio Mundial de Fantasía 2007, es uno de ellos. La novela no es, según mi parecer, ni la mejor obra de Wolfe ni, desde luego, la más merecedora entre toda su imaginativa producción de recibir el galardón, pero seguramente era la hora del autor y esta la obra del momento: “ya le tocaba”. De todas maneras, a pesar de ser algo insatisfactoria, tampoco es una mala elección después de todo.

Latro, o Lewqys, o Lucius, es un hombre aquejado de una extraña dolencia o maldición (como ya se viera en las anteriores Soldado de la Niebla y Soldado de Areté): cada noche, mientras duerme, olvida todo lo vivido el día anterior. Por ello, para no olvidarlas, se dedica a escribir sus vivencias en un pergamino, que es el que el autor se dedicará a traducir para ir mostrando al lector la extraordinaria existencia del protagonista.

En esta ocasión el destino dirige el rumbo de Latro hacia Egipto, donde se embarcará en una expedición que tiene como objetivo remontar el cauce del Nilo, un viaje que le llevará a afrontar desconocidos peligros junto a sus compañeros, hombre y mujeres que buscarán en él un aliado que les ayude a conseguir sus personales fines, ajenos quizá a los intereses de quienes han organizado la expedición.

Wolfe maneja de forma espléndida las posibilidades que le brinda la amnesia de Latro, y con una pericia narrativa francamente admirable consigue mostrar con apenas cuatro pinceladas a través de los ojos inocentes, los pensamientos terriblemente ingenuos y las interpretaciones subjetivas de los sucesos en que se va viendo envuelto el soldado, las personalidades y objetivos del resto de expedicionarios. Latro no sabe en quién puede o no confiar, no sabe quiénes son sus compañeros y quiénes auténticos desconocidos, quiénes son verdaderos amigos y quiénes sus enemigos; y se tiene que fiar de lo que va releyendo en su pergamino y que muchas veces le presenta visiones contradictorias según haya reflejado o interpretado los hechos tantas veces extraordinarios o increíbles que ha vivido.

Latro se tiene por fuerza que fiar de lo que le dicen los demás sobre él mismo o sobre ellos y sus intenciones, y es ahí donde el lector asiste no sin cierta frustración al juego de intereses que se establece en torno al soldado, a quien todos parecen querer utilizar para su propio provecho. Es tal la ingenuidad del protagonista (que ya existía en las anteriores entregas, pero que aquí parece incluso más acentuada) que algunas veces se antoja más un pelele que un hombre que pueda tomar sus propias decisiones, viéndose arrastrado de aquí para allá sin voz ni voto según los designios de otros. Designios que muchas veces, sin embargo, quedan frustrados por el simple hecho de que Latro olvida las intenciones de cada día y cada día deben volver a ponerlo en el camino de los intereses de cada uno. Él se deja llevar, sin cuestionarse en demasía lo que le están contando, un juguete en manos de los dioses y de los hombres.

Y es que, sin duda, el gran acierto de Wolfe, como ya sucediera en Soldado de la Niebla y Soldado de Areté, es el fascinante y muy documentado retrato que va haciendo del Antiguo Egipto a través de las descripciones y visiones que Latro va incluyendo en su pergamino. Para él todo es nuevo, y con la inocencia de un niño no se cuestiona nada de lo que ve, incluso cuando las encarnaciones de los dioses caminan ante él junto al resto de hombres, participando también en su destino, a pesar de que nadie más parece verlas. Con la naturalidad que le otorga esa ingenuidad extrema mostrará a los dioses egipcios bajo un nuevo prisma, como alguno más de los personajes extraños que plagan la narración. Y el lector algo docto en mitología sin duda disfrutará en mayor grado de ciertas referencias que continuamente va dejando caer el autor en la historia.

Y si bien es cierto que es en esa ambientación, en la recreación de una civilización misteriosa y fascinante, en la descripción de la vida de los pueblos a lo largo del Nilo, de las costumbres y secretos del Antiguo Egipto, donde Soldado de Sidón destaca y atrapa, también es cierto que la trama en sí decepciona por cierta intrascendencia que deja la sensación de no estar yendo a ningún sitio. El relato, fruto del formato elegido para contarlo, resulta necesariamente fragmentado e incompleto (cuando Latro no puede por las circunstancias seguir escribiendo), excusa que le sirve a Wolfe para hurtar al lector algunos de los momentos que, a priori, se presentaban como más interesantes y emocionantes (todo el episodio de las minas queda muy, muy cojo, después de la importancia que parecía tener); a la vez que deja sin respuestas demasiados de los temas planteados y, sobre todo —después de haberse acelerado demasiado en su segunda parte tras una primera excesivamente morosa—, deja el final absolutamente en el aire, en medio de la búsqueda de cierto objeto de importancia vital para Latro y con la expedición en una absoluta indefinición. El lector se encuentra que hay muy poca anécdota para toda una novela y cuando la cosa se pone interesante se queda colgada. Wolfe ha conseguido unos personajes atractivos, fascinantes incluso, cada uno con su propia misión dentro del objetivo común, pero no ha sabido sacarlos del atolladero en que su propia narración los ha metido. Por eso, a mi entender, es demasiado premio para lo que ofrece.

Para quienes estén preocupados por no haber disfrutado de las dos anteriores entregas dada su lejana edición hace tiempo agotada, decir que Soldado de Sidón se puede leer y entender perfectamente sin haber hecho lo propio con aquellas dos. Hay pocos personajes que repitan protagonismo y dada la maldición de Latro se vuelven a presentar cuando es necesario para que el propio soldado los recuerde. Sin embargo tampoco se puede ocultar que quienes hayan tenido la suerte de leer los dos anteriores libros obtendrán un plus de disfrute de la presente novela, comprendiendo algunas de las veladas referencias que se hacen en torno a la figura y pasado del soldado, y a su maldición.

Y como deseo para el futuro y ya que actualmente no está publicado, esperemos que Wolfe tenga a bien retomar el personaje y relatarnos lo sucedido tras los hechos de este Soldado de Sidón que tan insatisfactorio final tiene. Ojala pronto oigamos hablar del cuarto libro de Latro y que nuestros ojos pueden verlo traducido.

[La imagen que acompaña es una de las que abren cada capítulo de la novela, obra del ilustrador David Grove, autor asimismo de la portada, y que de alguna manera indican el derrotero por el que van a ir las siguientes páginas. Se agradece que se hayan respetado].


lunes, 11 de agosto de 2008

Reseña: Spin

Spin.

Robert Charles Wilson.

Reseña de: Santiago Gª Soláns

Libros del Atril. Col. Omicrón. Barcelona, 2008. Título original: Spin. Traducción: Xavier Riesco. 491 páginas.

Gran parte de la producción literaria de Robert Charles Wilson (por no decir la práctica totalidad) se basa en mostrar un extraño suceso que rompe de alguna manera las leyes de la física de un modo más bien catastrófico para la humanidad (o la parte de ella cercana al lugar donde sucedan los hechos) y, a partir de ahí, dedicarse por un lado a relatar el intento de esclarecimiento de las causas y efectos de dicho suceso y, por otro, a seguir las peripecias vitales de una serie de personajes que se ven en alguna medida “tocados” por el fenómeno y a ver cómo el mismo afecta, trastoca y cambia sus vidas.

Spin, premio Hugo 2006, no es una excepción. El suceso desencadenante en esta ocasión es la aparición repentina de una misteriosa barrera que envuelve toda la Tierra. Una barrera que, en efecto, desafía las leyes de la física conocida, dejando pasar la luz del Sol pero no la de las estrellas o, mucho más importante, haciendo que el tiempo en la Tierra discurra mucho, mucho más despacio que en el exterior de la misma.

Las vidas “tocadas” por el fenómeno en esta ocasión son las de los gemelos Diane y Jason Lawton, quienes reaccionarán de forma totalmente opuesta ante el Spin: Jason se volcará en la investigación científica intentando descubrir el origen y las causas, el quién ha provocado el fenómeno y su porqué, llevándolo hasta sus últimas consecuencias; Diane, sin embargo, elige el camino contrario, volviéndose hacia la religión, pasando por diferentes filosofías y estados de fanatismo. Entre ambos se encontrará Tyler Dupree, su mejor amigo, enamorado sin esperanza de Diane y admirador de la mente prodigiosa de Jason. Su presencia como narrador de la historia al haberse inyectado una misteriosa droga que, entre otros efectos mientras actúa, produce en el paciente grafomanía, la inevitable compulsión de escribir de forma casi maniaca lo que uno tenga en su mente, permite a Wilson presentar la narración desde la perspectiva de un testigo excepcional, conocedor y en muchas ocasiones participante de los hechos en primera persona.

La historia comienza con Diane administrando la droga a Tyler en un mundo que, esbozado con dos simples pinceladas (una misteriosa tecnología, una referencia a la perdida visión de las estrellas), el lector pronto comprende que ya no es el mismo que él conoce. Y a partir de ahí, como en un inmenso flash-back, empieza la narración de la llegada del Spin y cómo cambió al planeta al que cubría y a las gentes que en él habitaban.

Wilson, buen conocedor del alma humana (por lo menos de la occidental) se dedica con mayor o menor acierto a retratar cómo un hecho tan extraordinario afecta a los diferentes tipos de individuos, personificados por Tyler y los gemelos, pero abundando en otros muchos personajes que dejan claro que nunca existe una única respuesta correcta a un mismo problema cuando se trata de la psique o de los sentimientos de las personas. Y, sobre todo, muestra como el ser humano puede llegar a acostumbrarse a cualquier cosa, incluso a lo más extraño y amenazante, una vez que lo extraordinario se convierte en cotidiano. Una vez pasada la conmoción inicial es curioso ver cómo la mayoría de la gente retoma sus vidas sin cuestionarse la amenaza que pende sobre sus cabezas.

Pero hay mucho más. Spin es un libro enorme en cuanto a lo que consigue abarcar. El autor muestra a lo largo del libro como la humanidad difícilmente es capaz de trabajar en una misma línea o ponerse de acuerdo en seguir un mismo camino ni aunque vaya en ello la existencia de la misma especie. Como el secretismo y los intereses privados siempre terminan intentando imponerse al bien común. Como siempre habrá quienes intentan usar el miedo y el fanatismo de los ignorantes para conseguir su propio provecho. Como a veces el amor no lo es todo y, desde luego, no derriba montañas. O como la investigación científica, en ocasiones, no tiene todas las respuestas y se convierte en sí misma en una especie de religión liderada por los peores de los fanáticos dispuestos a todo para imponer su visión del mundo sobre la de los demás… Pero es que además es un libro de aventuras, de especulación (el dilatado paso del tiempo fuera de la burbuja que envuelve a la Tierra le permite jugar con ciertas ideas que la relatividad impediría de otra manera), de contacto (pues igual llamarlo “primer contacto” sería erróneo) con otras inteligencias no tan alienígenas, de exploración interior, de la más alta política…

Mezclando hábilmente las explicaciones o teorías científicas, en lo que se puede apreciar incluso un leve toque “hard”, con un buen hacer literario en una trama compleja bien construida y llevada, la novela se hace no obstante pesada o falta de ritmo en algunos momentos puntuales, sobre todo en la parte que se dedica a profundizar en la conflictiva relación entre Tyler y Diane cuando ella se encuentra sumida en lo peor de su fase religiosa (hay ciertos detalles que están un tanto traidos por los pelos). Sin embargo es tal vez precisamente el desarrollo del “presente” de ellos dos, la persecución a la que se encuentran sometidos, el mundo lleno de cambios que se va desvelando poco a poco y la impactante revelación final lo más interesante del libro, aunque sólo se trate de algunos interludios intercalados en la acción general. Y es precisamente ese sorprendente final el que ha permitido a Wilson, a pesar de que Spin sea una novela perfecta y satisfactoriamente cerrada en sí misma, escribir una continuación titulada Axis. Como pone el autor en boca de uno de los personajes: —Es como si hubiera terminado una historia y hubiera empezado otra. Ojala la editorial tenga a bien publicarla a no mucho tardar en nuestro país. Yo al menos quedo impaciente a la espera.


lunes, 4 de agosto de 2008

Reseña: A barlovento

A barlovento. Una novela de La Cultura.

Iain M. Banks.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

La Factoría de Ideas. Col. Solaris ficción # 106. Madrid, 2008. Título original: Look to Windward. Traducción: Paula Gamissans Serna / Marta García Martínez. 345 páginas.

Al terminar de leer el libro lo primero que me viene a la mente es que nos encontramos ante una novela de La Cultura en estado puro.

A barlovento es una novela, como es habitual en esta serie, de lectura independiente, pero que mantiene algunos contactos con Pensad en Flebas, aunque solo sea como referencia algo lejana de la guerra que dio lugar a la destrucción de dos soles en el espacio chelgriano y la luz de cuya explosión llega ahora, mucho tiempo después, hasta el orbital Masaq de La Cultura.

Banks juega, también como es habitual en él, a ofrecer al lector lo que no es. A hacerle crearse una imagen de la trama, unas expectativas de por dónde van a dirigirse los derroteros de la acción que luego, en un giro inesperado (pero siempre coherente) de los sucesos, terminan destruyéndose en pedazos para descubrir que las cosas son muy diferentes a cómo se habían imaginado.

Como un reloj suizo cuando lo ves desmontado sobre la mesa del relojero, con todas sus piezas extendidas cual puzzle imposible de resolver, haciéndose difícil de creer que todas ellas vuelvan a su interior y terminen encajando una a una sin que sobre ninguna. Así, Banks, con la pericia de un maestro artesano, convierte la narración en un mecanismo de precisión donde nada sobra ni nada falta, mostrando al lector desperdigadas ante sí unas piezas que aparentemente no terminan de tener relación, que se antojan de diferentes “máquinas”, pero que terminan encajando de manera admirable para conformar un producto final tan sorprendente como satisfactorio.

La trama, hábilmente plagada de giros sorprendentes, es atractiva ya de por sí. Una Space Opera en la que el lector asiste a las conmemoraciones ofrecidas por el orbital Masaq en memoria de los millones de muertos en la explosión de las dos estrellas y cuyo acto culminante será el estreno de la nueva obra del afamado compositor Ziller, un exiliado de la estratificada sociedad chelgriana, al tiempo que se recibe una embajada de Chel para tratar de convencerle de que regrese a su hogar, cosa a la que el artista se niega en redondo. Pero pronto se revelará que Quilan, el emisario que debe convencerle y en cuyo interior viaja la mente de Huyler, un viejo soldado, tiene otra misión prioritaria que va mucho más allá que simplemente llevar de vuelta al compositor apátrida y que tiene mucho que ver con la venganza por la participación de La Cultura, y en concreto de la mente que rige el orbital, en la destrucción de los soles y en la extinción de millones de almas chelgrianas que desde entonces no pueden descansar en paz.

Pero donde, y una vez más como es habitual, destaca A barlovento es en la capacidad de Banks de inventar y recrear escenarios, ambientes y seres absolutamente alienígenas, que dentro de su enorme diferencia con lo conocido por la humanidad terminan haciéndose terriblemente reales. Desde las IAs de orbitales y naves de rimbombantes nombres (marca de fábrica de la serie) hasta las muchas razas no humanas que comparten el espacio con las gentes de La Cultura. La descripción de los mundos, de las diferentes tecnologías, de las enormes obras de ingeniería, de las fisiologías y filosofías de los actores de este drama es, sin duda, fascinante y enormemente evocadora.

Todo ello, no obstante, no sería nada sin una buena historia detrás, y el desarrollo de la conspiración chelgriana para “vengar” el terrible acto y redimir con un execrable sacrificio las almas de todos los muertos lo tiene todo para atrapar poderosamente la atención del lector. Es una historia que habla de genocidio, de la supuesta superioridad moral de los poderosos, del terrorismo al que se ven abocados aquellos más débiles que no ven otra forma de encauzar su ira, de la culpa que recae sobre los inocentes heredada de los actos de sus antecesores… Una vez más la ciencia ficción refleja de forma magnífica nuestra realidad para hacernos reflexionar sobre el mundo que nos rodea con un tema que está tristemente muy de actualidad.

A través de una tensión creciente el lector intuye la hecatombe acercándose sin una aparente solución. Cada revelación sobre la implicación emocional de cada uno de los protagonistas en el drama que se avecina va aumentando la sensación de inevitabilidad, de destino sellado hace mucho tiempo; y cuando parece abrirse un pequeño rayo de esperanza, una forma de que se destape el complot asesino y sea así evitado, Banks pronto se encarga de apagarlo, abocando a la trama en la dirección de lo que se antoja un sangriento final.

Juega Banks como un maestro con las emociones de los personajes y las de sus lectores, subiéndoles en un carrusel a punto de desbocarse y del que está prohibido bajarse en marcha. Diversión (y reflexión) garantizada. La Cultura en estado puro.