jueves, 26 de noviembre de 2009

Reseña: Ágora

Ágora.

Alejandro Amenábar.

Reseña de: Amandil

Mod Producciones/Himenóptero/Telecinco Cinema/Canal + España/Cinebiss, 2009. Duración: 126 minutos.

Hace ya unas buenas semanas que vi esta película y, a día de hoy, todavía no consigo saber si me ha gustado o no. Esta duda nace de un conflicto que hay en mi interior entre múltiples aspectos que creo que reflejan cosas buenas y cosas malas a todos los niveles posibles. La escenificación, las actuaciones, el guión, el mensaje, la adaptación histórica, la recreación, la manipulación, los prejuicios... salí del cine con todo eso bullendo dentro de mi, sin conseguir asentar un juicio fijo y permanente sobre esta controvertida película de Amenábar.

No, miento. Una idea sí que quedo plasmada y fija: había dado una patada al islamismo radical en otro culo, el creado por su visión del Cristianismo, pero generalizando en lo conocido, en lo que sabe que traga, en lo que es, realmente, su poso cultural y el humus de su propia concepción del mundo.

Pero prefiero ir poco a poco para ver si consigo explicarme.

1- Los actores y la actriz: cumplen sobradamente con sus roles haciéndolos creíbles (aunque no respondan a la verdad histórica que representan) y suficientemente llenos de luces y sombras (salvo Hipatia, la protagonista, claro, que sólo tiene lado bueno supongo que para resaltar lo malos que son los demás). Rachel Weisz borda el papel que le asignan con una hermosa mezcla de candor, ingenio, bondad y resignación. Oscar Isaac tiene que lidiar con el papel de Orestes, el político chaquetero y enamorado de Hipatia, y consigue dotar al papel de suficiente falta de honradez y dignidad. Max Minghella, o Davo el esclavo, falla por todas partes, sobre todo en su transformación de esclavo sumiso a fanático cristiano, siendo sus caras de malo como las que hace mi hija de tres años cuando quiere fingir un enfado. Ashraf Barhom, el monje Amonio, interpreta muy bien un personaje que bulle de fanatismo, violencia y cinismo, lo que es normal cuando tienes que estar tantos días vestido con lo que encuentran en el cubo de basura los de producción. Rupert Evans, en el papel de Sinesio, estudiante de Hipatia y posterior obispo de Cirene, vendría a ser el rostro amable del Cristianismo que, a la postre, se pliega ante los radicales.

En general, el reparto es bueno y da la talla en la línea que les marca el guión. En este aspecto me atrevo a decir que Ágora me gustó.

2-La ambientación histórica: Me ha gustado la recreación de Alejandría, y de muchos de los pequeños detalles que aparecen representados y que son un reflejo muy fiel de como debió ser aquella enorme ciudad del Imperio Romano Oriental. Hay, sin embargo, una serie de fallos muy propios del cine (el ejército va vestido tipo Quo Vadis?) y concesiones a lo políticamente correcto que parecen pensados para que el espectador actual no se pierda mucho y se mueva dentro de los parámetros aceptados (ese buen rollismo "somos todos iguales, tío, pásame el porrito, hakuna matata colega" que hay en clase, o ese senador negro). Por otra parte, y probablemente como consecuencia de las limitaciones temporales de la película (o quizá por pura ignorancia o mala leche), no hay espacio para las tensiones político-religiosas que agitaban en esa época al mundo romano mediterráneo y que explican el verdadero trasfondo que motivó los acontecimientos que desembocan en la muerte de la filósofa (la lucha entre el neoplatonismo y el cristianismo, las tensiones entre el Emperador y el Patriarcado, la decadencia social romana en el entorno de desgaste de un Imperio sitiado por todos lados, la debilidad del Papado ante las poderosas sedes orientales, la todavía incipiente formulación dogmática en la Iglesia, la tensión entre el mundo helénico y el latino, las luchas de poder en Alejandría entre facciones que utilizan la religión como escusa para arremeter contra unos u otros, etc.) Amenábar opta por una simplificación maniquea y muy al calor de los tiempos actuales en lo concerniente a la visión que determinados sectores tienen sobre la Iglesia Católica y su relación con el "mundo científico".

En esta faceta creo que pesa demasiado la mano contemporanizadora y eso le quita brillo, por lo que me gustó y me disgustó al mismo tiempo.

3- El mensaje y la manipulación: La película lanza un mensaje muy sencillo y claro: el auge de la Iglesia provocó la destrucción del saber antiguo (científico y filosófico), poniendo en manos de fanáticos incultos el control social, destruyendo lo bueno del mundo antiguo para cambiarlo por la mierda del Cristianismo retrógrado y excluyente. Y punto.

Para facilitar la comprensión de este mensaje se opta por algo tan simple como crear dos bandos, los buenos y los malos, fácilmente identificables y sujetos a un mensaje empático simple: Hipatia, los paganos, los "científicos", los filósofos, son tolerantes, visten de colores claros, son aseados, hablan bien, tienen rasgos dulces y hermosos, piel clara, en definitiva inspiran confianza, ternura y respeto. Por el contrario, los Cristianos son sucios, visten de negro (parecen un cruce entre nazgûl y talibán), son fanáticos, les gusta destruir bibliotecas y matar filósofos y científicos, usan la Biblia como arma arrojadiza, recurren a la violencia para cualquier cosa, son feos, morenos y compiten por ver quien es más radical.

No hay matices, no hay espacios libres pese a que se quieren mostrar algunos "moderados" son barridos, se pliegan al radicalismo y, al final, resultan ser algo así como "engaños" que sólo tratan de ocultar la realidad.

Y la manipulación se vuelve brutal al final de la película, cuando aparecen las típicas frases en la pantalla del estilo de "John Robert fue condenado a catorce años, Susan Brendan se casó con el cartero y tuvo cinco hijos...", sólo que sirven para dar la puntilla al mensaje.

Para entender lo que dicen esas frases hay que partir de los siguientes hechos descritos en la película:
  • - Hipatia descubre que el movimiento de la Tierra alrededor del Sol no es circular sino en forma de elipse, pero muere asesinada antes de poder hacerlo público (pura fantasía, también podían haber hecho que propusiese la Teoría de la Relatividad, que descubriese la vacuna contra el sida y/o, ya puestos que desarrollase las leyes de la robótica de Asimov ).
  • - El obispo Cirilo manda asesinar a Hipatia por bruja, puta, zorra, pagana, etc.
  • - Amonio, el monje parabolano fanático y cruel, es santificado por Cirilo por ser mártir.
En esas frases leemos los siguientes mensajes (no son literales) y en cursiva añado lo que se pretende que el espectador interprete al hilo de lo que ha visto en la película:
  • - El descubrimiento de las leyes del movimiento de los planetas alrededor del sol tendrá lugar en el siglo XVI gracias a Johannes Kepler por lo que, por culpa del fanatismo cristiano, llevamos dieciséis siglos de "retraso" científico. Pero ¿acaso el Cristianismo no hizo suyos en la larga Edad Media como "Autoridades" a Arístóteles (el Maestro), Ptolomeo, Pitágoras, Platón o Arquímedes?¿No está la propia Hipatia representada en la maravillosa obra de la Escuela de Atenas que Rafael pintó en las estancias vaticanas como una de las "autoridades del conocimiento"?
  • - El obispo Cirilo es considerado Santo y Doctor y Padre de la Iglesia Católica así que ya ves que los católicos veneran (y "descienden" de) a los fanáticos, asesinos y retrógrados que son culpables de nuestro retraso científico, entre otras muchas cosas. Pero ¿acaso no vemos en la película el Cirilo que desea Amenabar?¿es ese "personaje ficticio" el santificado en la realidad?
4 - La sensación final: De no ser por la maniquea demostración en el tratamiento del Cristianismo antiguo estoy seguro de que Ágora me habría gustado mucho. Pero la tendencia al azote contra todo lo que huela a Iglesia Católica mas parece un nuevo giro al apolillado tic del anticlericalismo español que una verdadera intención de contar una historia en un momento tan complejo y desconocido para el público en general como el de la transición de la antigüedad pagana a la cristiana en Alejandría. Sin blanquear pero tampoco sin oscurecer.

(Publicado originalmente en El Último Íbero y reproducido con permiso del autor).

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