miércoles, 1 de febrero de 2012

Reseña: Bajos fondos

Bajos fondos.

Daniel Polansky.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Minotauro. Col. Fantasía. Barcelona, 2011. Título original: The Straight Razor Cure (A.K.A. Low Town). Traducción: Miguel Antón. 338 páginas.

En la búsqueda de una fantasía que se aleje de los tópicos tradicionales del género y participando un tanto de esa ola oscura que, sin ser exactamente algo novedoso, sí se ha puesto en cierta forma de moda en los últimos tiempos, el autor ha elegido para su debut literario un giro hacia la novela negra ofreciendo una historia dura y descarnada con tintes detectivescos y mucha suciedad moral. Si no fuera por la importancia que cobra el elemento mágico en los crímenes que tienen lugar a lo largo de sus páginas, quizá podría hablarse de una novela policiaca medieval; tal y como la ha orientado Polansky, la lectura sumerge al público, lejos de escenarios bucólicos y de grandes espacios, en los callejones umbríos de una ciudad peligrosa, sombría, llena de trampas, de bandas y de hombres brutales que llevan la violencia a flor de piel. Alejándose de las luces de las ciudadelas y palacios ―aunque alguno haya―, apartándose de caballeros y reyes, la acción se interna en las sombras de las partes más desfavorecidas de la sociedad, allí donde la vida no tiene apenas valor y la desaparición de un niño apenas tiene importancia, salvo para los más cercanos; donde lo heroico no tiene cabida, donde cada cual debe cuidar de su propio pellejo y las buenas obras no existen.

Viviendo ―sobreviviendo, más bien― en la parte de Rigus, la ciudad más próspera de las Trece Tierras, al Guardián, traficante de drogas independiente y descreído, tan solo parece importarle su propio beneficio y comodidad; implacable, no permite que nadie intente hacer negocios en su territorio utilizando expeditivos métodos para mantener su dominio, sin que nada ni nadie parezca importarle. Sin embargo, cuando una niña pequeña de los barrios bajos es raptada y su cadáver aparece horriblemente mutilado, contra todo lo que le dicta la razón y en cierta forma de manera egoísta, se pondrá a investigar lo sucedido, buscando respuestas al quién y el por qué del asesinato. Una investigación que le llevará donde nunca querría haber ido ―o vuelto― y que pondrá su vida y sus escasas convicciones en riesgo fatal.

El protagonista ―y narrador de la historia―, antiguo agente de la ley que ahora se encuentra justo en su lado contrario, traficante de sustancias estupefacientes ―aliento de hadas, vid del sueño...― adicto a sus propios productos, no ha sido totalmente vencido por la sociedad y, falto del necesario cinismo extremo, todavía encuentra en su pecho un corazón capaz de apiadarse de alguno de sus conciudadanos más desfavorecidos. Es un hombre al que no le importa mancharse las manos cuando las circunstancias lo requieren, pero que, muy en el fondo, sigue siendo un buen tipo, despiadado con sus enemigos, pero enormemente fiel a sus amigos, incluso a aquellos que ha intentado apartar de su actual vida para no causarles daño. No es un héroe, en absoluto, no busca resolver el misterio por ninguna causa altruista, sino porque se ve obligado al peligrar su propia vida, y no duda en causar daño e incluso en matar cuando lo considera necesario para conseguir sus objetivos o sobrevivir él mismo. Frío y calculador, de vuelta de todo, con la piel endurecida por las malas experiencias, atesora el recuerdo de los amigos y compañeros perdidos por el camino como algo que no ha de volver. A pesar de todos sus defectos ciertos detalles de su personalidad terminan haciéndolo desagradablemente simpático y dotándolo de cierta posibilidad de redención.

A través de sus ojos y acciones se va mostrando un retrato del crimen en la ciudad en unos barrios donde conviven lo peor de la sociedad: una mezcla de razas y culturas, incluso con su particular "chinatown", sus capos mafiosos, sus policías corruptos o sin escrúpulos, mezquinos ricos ―la nobleza― envueltos en negocios turbios para conservar o aumentar su riqueza, traficantes y proxenetas, prostíbulos y antros de mala fama, sociedades secretas, angostos callejones por los que es mejor no adentrarse, depravados matones, mendigos, oprimidos y desfavorecidos, asesinos, comerciantes, delincuentes de baja estofa, degenerados... y marcando en todo momento la diferencia la presencia palpable de la magia a la que el común de los mortales parece rehuir, de seres ultraterrenos, demoníacos, que causan pavor y traen la desgracia a quien se cruce con ellos.

Polansky tiene el acierto de dotar a la historia de un rico trasfondo, de unos antecedentes que marcan el relato dejando sentir su influencia en gran parte de lo que está sucediendo y que de alguna manera hermanan la historia con nuestro propio mundo. A la propia sociedad de Rigus con tantas reminiscencias cercanas, se unen por un lado la Gran Guerra ―que con sus trincheras y masacres en cargas frontales trae enseguida a la mente la I Guerra Mundial―, en cuyos combates estuvo muy involucrado como soldado el protagonista; y por otro la terrible enfermedad, una devastadora plaga ―que, con sus puertas de casas tapiadas y sus carros acarreando cadáveres putrefactos, remite inmediatamente a la Peste Negra― que a punto estuvo de acabar con todos los habitantes de la ciudad y que a duras penas fue controlada, aunque no erradicada, dejando pender su amenaza sobre el futuro. Y paralelamente la enigmática historia personal del Guardián, su pasado como agente de la ley y su presente caído en desgracia que va emergiendo muy lentamente a través de diversos flash backs y recuerdos personales integrados en la trama. En conjunto supone una dimensión añadida creando la sensación de algo mayor, con una continuidad que retrotrae a sucesos pasados para poder entender los hechos actuales y que no se circunscriben a los límites de la ciudad o sus bajos fondos.

En este contexto la investigación del protagonista se va a ver pronto envuelta en violencia, traiciones, pistas falsas, dobles juegos y engaños, caminos sin salida, cruentos enfrentamientos, duelos de honor, y seres sobrenaturales que van a desenterrar del pasado del protagonista algunos recuerdos que hubiera preferido que se mantuvieran en el olvido. Avanzando a trompicones, contracorriente, enfrentándose a poderosos enemigos, el Guardián no deja de recibir palos desde todas direcciones hasta llegar al desenlace ―que no por que la identidad de la persona que se encuentra tras los crímenes se vea venir con excesiva anticipación es por ello menos impactante― y la resolución del misterio tras las desapariciones y asesinatos.

Bajos fondos es una novela negra en un entorno de fantasía medieval, con una trama de intriga consistentemente construida, una investigación sombría y violenta que juega al engaño ofreciendo diversas posibilidades de culpables y motivaciones, con ciertos toques de magia impredecible, y con un final adecuadamente cerrado que permite su lectura como novela independiente, a pesar de que ya se haya anunciado al menos una próxima entrega situada en la misma ambientación y escenario. Una nueva muestra de esa fantasía pegada a un cierto realismo sucio ―con poca magia, sin razas no humanas, con personajes moralmente ambiguos...―, que está triunfando actualmente en el género. A pesar de ciertos defectos en el entramado y en el ritmo de la narración se trata, sin duda, de un buen debut literario.

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