jueves, 9 de agosto de 2012

Reseña: Akasa-Puspa, de Aguilera y Redal

Akasa-Puspa, de Aguilera y Redal.

Varios autores (coordinado por Rodolfo Martínez).

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Sportula. Gijón, 2012. 508 páginas.

Si se puede afirmar sin temor a equivocarse demasiado que una obra significó la mayoría de edad de la ciencia ficción española —con permiso de Lágrimas de luz de Rafael Marín—  esa sería Mundos en el abismo, acompañada indisolublemente de su «hermana» Hijos de la eternidad —de hecho, con posterioridad serían publicadas en un solo volumen reescritas como Mundos en la eternidad—, la serie que consagró a sus autores, Redal y Aguilera y dejó para siempre en el imaginarío de sus lectores el fascinante escenario de Akasa-Puspa, el cúmulo cuyo nombre significa «Flor que brilla en el cielo». La duología original vino a demostrar que se podía hacer no solo muy buena ciencia ficción sino además hard lejos del mundo anglosajón. El universo de Akasa-Puspa se ha mantenido «vivo» desde entonces, ya sea con la publicación de la citada refundición de las novelas originales o con la de otras obras nuevas como la de En un vacío insondable que daría lugar más recientemente a Mundos y demonios, reescritura y fusión de textos anteriores y ya de Aguilera en solitario. Un universo cuyas señas de identidad siempre fueron la pura aventura acompañada de una rigurosa especulación científica. Ahora, gracias al empuje de Rodolfo Martínez y su editorial Sportula, se hace realidad el proyecto de abrir el cúmulo galáctico a la visión de otros autores, con resultado controvertido en ocasiones, pero casi siempre positivo. Un homenaje que no se deja llevar, tan solo, por la nostalgia y ofrece una más que satisfactoria antología de ciencia ficción cuyos relatos navegan entre la space opera y el hard.

Ya desde un buen principio se nota todo el cariño que se la ha dedicado a la tarea, con esa maquetación que emula el aspecto físico de la histórica revista Nueva Dimensión y la Presentación escrita por Rodolfo Martínez —coordinador y editor— donde se trasluce su enorme afecto y admiración por la obra, algo que consigue transmitir perfectamente la lector al tiempo que pone en antecedentes históricos a quienes no estuvieran allí para vivirlo en primera persona.

En el apartado meramente literario, el volumen ya valdría la pena gracias a la recuperación de las dos obras breves que Aguilera y Redal escribieron dentro del ciclo: Maleficio, con la que se abre el volumen, y Ari, el tonto, que acertadamente lo cierra. Dos interesantes relatos que, a pesar de su cualidad obviamente más breve, gozan de todas las características de sus hermanas mayores: aventura, especulación, fascinación y una ironía, sobre todo en el último, auténticamente refrescante.

Junto a ellos se pueden encontrar las obras singulares de otros ocho autores invitados, aportando cada uno su particular visión de la historia y las gentes del cúmulo, respetando siempre al original pero sin renunciar ninguno a su particular voz y enfoque, desde la acción y el misterio hasta la reflexión más intimista. Nuevas visiones tanto de la amplia geografía planetaria como de las especies humanas y alienígenas que en ella se desenvuelven: los angriffs, los colmeneros, los cofraditas, los shaktistas... explorando en sus particulares idiosincrasias, sus ideas y costumbres a veces tan incomprensibles, sus fisiologías, su forma de entender el mundo que les rodea, sus ansias expansionistas, sus ambiciones, sus sueños y realidades...

Así, tras el inicio del volumen con el trepidante enfrentamiento y el misterio científico de Maleficio, el lector se va a encontrar con una heterogénea muestra de la amplitud de temas y enfoques que permite el enorme escenario espacial y temporal de Akasa-Puspa, con reflexiones sobre el abuso y el engaño del poder como en Avatar de Rafael Marín. Con intriga geo-política y especulación evolutiva de ramas perdidas de la humanidad en La velocidad de las sombras de Alfonso Mateo-Sagasta. Con la difícil y a veces enigmática interacción de especies alienígenas totalmente ajenas a la psique humana en gigantescas obras de ingeniería espacial como en La armonía de la esfera de Daniel Pérez Navarro. Con la melancólica mirada a aquellas mega construcciones mecánicas que han trascendido su objetivo inicial al quedar abandonadas por sus “creadores” y siguen adelante luchando por una cada vez más complicada supervivencia que borda en Ciudades José Antonio Cotrina. Con un entretenido toque pulp aventurero de buscadores de perdidos tesoros —tecnológicos— que siguen mapas de ruinas secretas en El misterio de Rosetta de José Miguel Vilar-Bou, un relato largo de lo mejor de la antología, con un toque de arqueología alienígena, incidiendo tanto en el presente como en la historia pasada del cúmulo. Con una muestra de humor irónico a través de la aplicación de la física relativista que hace de una pequeña anécdota un cuento breve muy divertido en Cuatro confesiones de José Carlos Somoza. Con el estudio de herméticas sociedades femeninas en el algo innecesariamente estirado, pero muy interesante e introspectivo La textura de las palabras de Felicidad Martínez, profundizando en la existencia cotidiana de las mujeres ksatryas que encuentran su propio camino bajo el yugo de la dominación masculina. Y es una pena que prácticamente cierre el volumen el prescindible por decepcionante Póker para cinco ases y tres comodines de Yoss, que trasmite gran entusiasmo y gran conocimiento de la saga, pero cuya trama y plasmación literaria deja que desear, y en el que el autor peca de ambicioso quedándose muy a medio camino. Por fortuna Ari, el tonto viene a continuación a poner el broche de oro que deja un muy buen sabor de boca con el muy irónico pero a la vez esperanzador relato de un joven que siguió sus sueños y la cosa le salió bien de casualidad.

En esta parte prosística, intercalados entre los relatos, se incluyen tres ensayos que complementan y amplían el conocimiento sobre tan particular universo literario. El primero, Juan Miguel Aguilera, Javier Redal, la saga de Akasa-Puspa y la ciencia ficción hard española de Domingo Santos hace hincapié en la génesis de las obras originales y la importancia que su publicación tuvo sobre todo el género autóctono posterior. Escatología física en la saga de Akasa-Puspa de José Manuel Uría se adentra en la verosimilitud científica de todas las especulaciones planteadas en los libros originales, de la pervivencia de la vida y su expansión en un lugar que por sus características físicas tiene fecha de caducidad —por muy en el futuro que la misma se encuentre—. La vida dentro de veinticinco yugas: el paisaje evolutivo de Akasa-Puspa de Sergio Mars explora la vertiente biológica y evolutiva de las diferentes especies y criaturas que pueblan la creación de Redal y Aguilera, la verosimilitud de las diferentes especies y del desarrollo de las distintas ramas del tronco humano.

El volumen se complementa con una sección central dedicada al apartado gráfico de la saga con reproducciones de portadas de los libros originales y variadas ilustraciones relacionadas, de personajes, razas alienígenas, naves y otras maravillas, plasmadas a lo largo del tiempo por el propio Juan Miguel Aguilera, y por otros artistas como Rafa Fontériz, Toni Garcés, Paco Roca y Jesús Yugo. Sirve como el perfecto respaldo a las descripciones que se pueden encontrar en los relatos para que el lector pueda hacerse una idea cabal de su aspecto.

Se cierra el volumen con un agradecido Glosario y un Quién es quién que sirven para aclarar dudas y presentar de alguna manera a los autores participantes en esta aventura editorial.

Akasa-Puspa, de Aguilera y Redal es una antología de ciencia ficción especulativa —en buena parte— francamente interesante, imprescindible para los seguidores de las obras originales, con algunos grandes relatos ampliando aspectos determinados de un universo fascinante. Un homenaje que a veces no recoge exactamente el espíritu de la obra original, pero que exhala sentido de la maravilla por todas sus páginas. El resultado, tan heterogéneo como se puede esperar siempre de la recopilación de textos de tan diferentes autores, tiene un  nivel medio alto —una media que subiría si se pudiera obviar el «tropezón» ya comentado—, y es una delicia descubrir nuevos aspectos de un viejo, y querido, conocido. Solo cabe agradecer a Sportula por haber brindado a los lectores la oportunidad de disfrutarlo.

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Reseña de otras obras de los autores:

    Némesis.
 

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