lunes, 3 de diciembre de 2012

Reseña: Steampunk: Antología retrofuturista.

Steampunk: Antología retrofuturista.

Félix J. Palma, ed.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Fábulas de Albión (coedición con Nevsky Prospects / Luis García Pardo editor). Madrid, 2012. 325 páginas.

El steampunk es un subgénero de la Literatura Fantástica que se mueve en la difusa frontera de las definiciones entre ciencia ficción y fantasía; bebiendo desde sus orígenes de la ucronía victoriana, plantea escenarios en que los autores juegan con la idea de lo que hubiera sucedido si el vapor hubiera seguido siendo el impulsor principal de los nuevos inventos y adelantos tecnológicos. Como ya sucediera con otros insignes «-punks», conforme se iba asentando como corriente literaria —y en otros muchos aspectos de la vida cotidiana de sus seguidores— también se iban diluyendo algunas de sus señas diferenciales y aceptando en su regazo historias que difícilmente hubieran sido enclavables dentro del mismo en su origen, ampliando su territorio hasta ese adecuado «retrofuturismo» —aunque se podría argumentar que este término también daría cabida a otras tendencias afines como el clockpunk o el dieselpunk que remite poderosamente a autores como H.G. Wells, Julio Verne o Mary Shelley, más que a los padres modernos como puedan ser Blaylock o  Powers, ofreciendo historias que ya no implican necesariamente la presencia de máquinas o ingenios propulsados por vapor, pero sí grandes dosis de engranajes, autómatas o experimentos electromagnéticos más allá de la vida.

Tras el Prólogo del antologista, Félix J. Palma, donde expone su visión de los orígenes y posición actual del sub género, el volumen se abre con El arpa eólica de Óscar Esquivias. Se trata de un interesante cuento, con un  evidente y divertido toque humorístico, que curiosamente cuando parece que va a sumergirse en el steampunk es justo cuando se termina. El lector se va a encontrar con un joven Héctor Berlioz mostrando una peculiar faceta como luthier de imaginativos y poco convencionales instrumentos.

En Gringo Clint, Fernando Marías ofrece un curioso western crepuscular situado en tierras sudamericanas y lleno de explícitos homenajes a los grandes actores de películas del Oeste en los nombres de los personajes que van apareciendo. Siendo uno de los grandes aciertos de la antología, es una lástima que en verdad parezca el subyugante prólogo a una obra mayor, una introducción a lo que podría ser una gran aventura —o quizá tan solo sean las enormes ganas que deja de saber cómo se iba a desarrollar todo a partir de ese momento final—. Un magnífico cuento que aúna el polvo del desierto, el estruendo de las balas, el olor del aceite quemado y la denuncia social de los primeros movimientos obreros contrarios a la introducción de máquinas en las cadenas de producción típicas de la Revolución Industrial.

Con el exquisito Prisa, José María Merino denuncia un aspecto tan característico de nuestro mundo moderno como es la imperiosa necesidad de llegar cuanto antes a los sitios, culpando de gran parte de nuestros males a la invención del motor de explosión y la velocidad que conlleva. En un mundo alternativo donde el vapor está reservado para trenes y dirigibles y el transporte terrestre, individual o colectivo, responde al esfuerzo del pedaleo de los pasajeros, la primera mitad del siglo XX ha sido, sin duda, mucho más idílico y tranquilo que el de nuestra Historia, ya que, por ejemplo, no ha conocido las Guerras Mundiales. Pero ahora su segunda mitad podría verse abocada a un negro futuro si cierto invento frenético llega a comercializarse a nivel masivo, metiendo el apresuramiento en la mente de los individuos y contaminando de apestoso humo y estruendosos ruidos la vida cotidiana.

En London Gardens de Juan Jacinto Muñoz Rengel el lector se va a encontrar con un mundo victoriano de expediciones espaciales, misterios marcianos, criptogramas enigmáticos, autómatas que se encargan del trabajo duro y una rivalidad académica que busca destacar en descubrimientos frente al científico vecino. El profesor Barnaby y su rival el profesor Schmidt, que siempre consigue eclipsar los descubrimientos del primero, viven puerta con puerta y siempre parecen estar, al menos en la mente del primero, compitiendo. Pero esta vez no, esta vez Barnaby va a ser protagonista de una revelación definitiva gracias a su estudio de ciertas muestras traídas desde Marte, y nadie podrá hacerle sombra de nuevo, ¿no? El relato es un imaginativo y gratificante cruce entre Wells y Verne que de alguna manera refleja la rivalidad entre Edison y Tesla.

En el ultracorto Fahrenheit.com, Andrés Neuman da voz a un temor del mundo moderno: con un simple «click» todo se desconecta y todos los archivos se pierden. Nadie parecía estar preparado para el ataque terrorista, y los autómatas tendrán que ponerse a trabajar de forma frenética, ya que el mundo parece abocado al caos ante la patente imposibilidad de recuperar todo lo perdido. Pero la reintroducción de una vieja tecnología va a invitar al lector a reflexionar sobre aquello que se está perdiendo en nuestra realidad mientras se interna con decisión en un futuro tan brillante como frágil.

En uno de los relatos más steampunks del volumen, Flux de Fernando Royuelala acción se sitúa en una España alternativa con enormes transportes voladores, impulsados por un más que curioso combustible, donde se juegan intensas partidas de un juego de naipes, trasunto del poker, con altas apuestas. Ofrece el autor un juego de engaños en que el jugador más aventajado es un autómata, propiedad de una voluptuosa «duquesa», al que un vividor arruinado tratará de desplumar llevándose la sorpresa de su vida.

Sumergiéndose en la vertiente más inquietante de la propuesta, Dynevor Road de Luis Manuel Ruiz contiene una muy particular historia de amor y experimentos científicos que abren el camino de la locura. El intento de descubrir que llevó a un antiguo compañero de estudios a suicidarse tras ser internado en una institución mental, va a llevar al protagonista a encontrar respuestas a algunas preguntas que creía enterradas en el pasado. Tétrico, siniestro e, irónicamente, tierno.

Con Aria de la muñeca mecánica, Care Santos ofrece a sus lectores una visita guiada a una fábrica de autómatas, permitiendo a la guía hacer un repaso de la historia de la empresa, de cómo llegó a convertirse en lo que es, y del presente y futuro en que está actualmente embarcada. Un relato que habla de la mercantilización de los autómatas en una vertiente «lúdica» dirigida solo a hombres y que seguramente es denuncia de muchas circunstancias actuales de nuestro propio mundo.

That way madness lies, de José Carlos Somoza es a un tiempo un intrigante cuento y un poderoso homenaje a ciertos escritores clásicos. En los orígenes de la fotografía la sobreexposición llevaba a conseguir particulares instantáneas, llenas de sombras borrosas y seres indescifrables, pero ¿se trataba de meros defectos de las lentes o existían en realidad esos seres incorpóreos al borde de la aprehensión de los humanos? Un escritor y fotógrafo se confiesa al final de su vida sobre los motivos que le llevaron a romper radicalmente su relación con la familia de cierta jovencita que había inspirado sus obras.

En Animales y dioses, Ignacio del Valle ofrece una mera, y bastante anodina, reflexión sobre la Humanidad a través de las divagaciones pseudo filosóficas de una entidad que se antoja antigua y poderosa.

Con Lapis infernalis su autora, Pilar Vera, se deja llevar por la experimentación y el absurdo surrealista. Con imágenes inconexas, envueltas en una confusa atmósfera onírica, la autora retrata la peculiar «relación» que se establece entre un retratista de cadáveres y la viuda que acude a él para ser fotografiada repetida veces. Se trata muy posiblemente del más prescindible e intrascendente de los relatos del volumen, aunque también es muy posible que yo no haya conseguido captar el mensaje.

Cierra el mismo In a glass, darkly de Marian Womack con un cuento más de atmósfera que de fondo donde en el escenario de una guerra sin combates que amenaza con eternizarse, entre las declaraciones de los histriones, los hombres alados y las máquinas voladoras, va a plantearse un amor imposible que forzará sin embargo la toma de importantes decisiones.

Brillantes, oscuros, llenos de amor por la ciencia o de repulsa por sus inventos, fascinados por unos tiempos que se antojaban ilusionantes y que iban a dar paso a un futuro en que todo sería posible, más luminoso, pero también más lleno de misterios. Terror, romance, intriga, aventuras... Relatos que rezuman nostalgia por lo que pudo haber sido y no fue; por las brillantes promesas que una ciencia incipiente depositó en la mente de grandes escritores, sin que llegaran a plasmarse en la realidad cotidiana; por la remembranza de un siglo que se antoja más limpio y menos acelerado, más inocente y lleno de posibilidades; por unas lecturas de juventud que llenaban de fascinación la imaginación todavía en desarrollo...

Es obvio que no todos los cuentos rayan a la misma altura, y de hecho hay algunos que bajan un tanto el listón ante la evidente calidad de los otros. Da la impresión de que algunos de los autores han tomado la idea del steampunk como mero vehículo y excusa para plasmar sus ideas y tramas, tomando detalles de la atmósfera y la parafernalia sin profundizar de verdad en lo que entraña el subgénero, pero ¿qué más da? Sin duda alguno de los que podrían considerarse menos «canónicos» se encuentran entre los más interesantes, así que lo mejor es disfrutar sin poner vallas al campo de un volumen más que satisfactorio y que invita a conocer una corriente, en lo literario, todavía minoritaria en nuestro país.

2 comentarios:

Salva Rosselló dijo...

entre el 11 y 16 de febrero, se realizará la Seman Retrofuturista, por lo que allí se podrá obtener más información. Más info en http://semanaretrofuturista.blogspot.com.es/

Santiago dijo...

Hola, Salva.

Muchas gracias por la información, parece ciertamente interesante y una magnífica oportunidad de conocer más sobre el género en sus diversas manifestaciones.

Saludos