domingo, 27 de octubre de 2013

Reseña: Híbridos y engendros

Híbridos y engendros.
Autobiografía literaria /2.

George R.R. Martin.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Gigamesh. Col. Gigamesh ficción # 51. Barcelona, 2013. Título original: GRRM: A RRetrospective. Traducción: Cristina Macía. 477 páginas.

La editorial Gigamesh continúa adelante con la publicación de la Autobiografía literaria del autor de la célebre Canción de Hielo y Fuego. En esta segunda entrega George R.R. Martin reúne en grupos «temáticos» algunas de sus obras más representativas, acompañándolas de muy informativas introducciones a cada sección, incluyendo interesantes y reveladores datos sobre las circunstancias vitales en que cada una de estas fueron escritas. Así, junto a interesantes comentarios y reflexiones sobre sus gustos literarias, las circunstancias de su vida o sus peripecias literarias o televisivas, aquí se pueden encontrar alguno de sus cuentos más renombrados y premiados, dando cuenta de su gusto por el mestizaje de géneros ―algo hoy a la orden del día, pero quizá no tan habitual entonces―, una pequeña muestra de los relatos dedicados a ese personaje tan peculiar y celebrado que es Haviland Tuf, y un par de ejemplos de los guiones para episodios de series televisivas de la etapa de su vida en que buscaba hacerse un hueco en la industria de Hollywood.

La primera sección, quinta en el cómputo global de la Autobiografía literaria ―publicada en inicio como un único volumen y posteriormente dividida en varios que, sin embargo, respetan la estructura y numeración de las secciones del original―, es precisamente la que da nombre al volumen que nos ocupa, Híbridos y engendros, y hace referencia al gusto de Martin por «hibridizar» los géneros de sus relatos, en un ejercicio de mestizaje que le lleva, en este caso, a unir, sobre todo, la ciencia ficción y la fantasía con el terror.

Empieza con una historia que en España se había publicado de forma reciente en la antología Zombies, El hombre de la casa de carne ―titulada allí con el horrible Hombre de burdel―, mezclando de forma harto original y sorprendentemente acertada el toque de space opera con el género de muertos vivientes. En un mundo con un ambiente francamente hostil al ser humano, los muertos vivientes son utilizados como fuerza de trabajo en las minas del planeta y como esclavas sexuales en los burdeles donde los mineros ―vivos― se desahogan de un trabajo agotador y deshumanizante. El joven Trager luchará para mantener intacta su personalidad, encontrar el amor y no sucumbir ante la desesperanza y los deseos más básicos. A través de varios mundos, el joven irá madurando, enfrentándose a la dura realidad de la vida y a los reveses sentimentales. Una historia realmente triste, muy bien escrita y con un final demoledor que pone un nudo en la garganta.

Le sigue Recuerdos de Melody con un doloroso recordatorio de las promesas de juventud que nos atan durante toda la vida. Ted recibe la visita de Melody, a quien no veía desde hace mucho tiempo. En sus tiempos universitarios formaron parte de un grupo de amigos muy unidos, que al término de sus carreras se juraron ayuda y apoyo eterno. Sin embargo, a Melody las cosas no le han ido precisamente bien, casi siempre por su propia culpa, pues no deja de echarse sobre sí misma un desastre detrás de otro, forzando a sus antiguos compañeros a acudir al rescate y solucionarle la vida. Pero ahora, años después, Ted, como el resto de sus amigos, está ya un tanto harto de ayudarla y su paciencia se agota. Pero una promesa es una promesa, y hay que pensarse mucho las posibles consecuencias antes de romperla si no se quiere pagar inesperadas penas.

El tercer cuento, Los reyes de arena, se desarrolla dentro del escenario galáctico creado por Martin de los Mil Mundos y ganó el Hugo y el Nébula de 1980. Simon Kress es un hombre siempre a la búsqueda de la mascota más exótica que pueda exhibir orgullosamente ante sus «amigos» ―más bien competidores―. Cuando en una misteriosa tienda, Wo y Shade, encuentra unos bichos de aspecto insectoide llamados Reyes de Arena, que literalmente «adoran» a su dueño, no puede evitar hacerse con cuatro «colonias» de ellos. Pero, como suele suceder, cuando los resultados sean demasiado lentos para su gusto, no seguirá las estrictas reglas para su cuidado y la cosa se saldrá de madre de manera irreparable. Una brillante lección sobre la dejación de los deberes sobre las criaturas a las que aceptamos la responsabilidad de cuidar; del precio de aceptar unas mascotas que te adoran y de la forma de corresponder a su fidelidad, dentro de un gran relato de ciencia ficción que termina de forma aterradora.

El siguiente, Nómadas nocturnos, traslada el género de la «mansión encantada» a la soledad del espacio ―donde nadie puede oir tus gritos―. Con referencias, también, al escenario de los Mil Mundos, un grupo de investigadores de la Academia se embarcan en la nave Nómada nocturno, en una expedición que parte al mando de Karoly d’Branin en busca de los misteriosos volcryn, una posible civilización alienígena que se desplaza sin cesar por el espacio, rastreada a través de numerosas fuentes pero nunca contactada. Una vez a bordo tendrán que lidiar con la presencia remota del capitán de la nave, Royd Eris, enclaustrado en sus habitaciones, separadas del resto de la nave por un impenetrable mamparo que oculta sus secretos. Cuando la misión comience a convertirse en extraña, las dudas y sospechas recaerán sobre la figura de Eris, mientras los viajeros descubren que realmente no pueden huir a sitio alguno. Martin utiliza todos los recursos del space opera y la ciencia ficción ―incluidos muchos de sus tópicos más queridos― para ofrecer un relato tan opresivo como emocionante ―y que conviene leer pensando en la época en que fue escrito, incluso como precursor de muchas obras posteriores―.

El tratamiento del mono es una irónica visión al culto al cuerpo, al rechazo que producen en la sociedad los gordos y lo que éstos están dispuestos a hacer para sentirse más aceptados por la sociedad. Kenny Dorchester era un hombre gordo, muy gordo, pero es que le encantaba comer. Pero cuando un día vio a un antiguo compañero de obesidad, Henry Moroney, extremadamente delgado, no se pudo resisitir a preguntarle cómo lo había logrado. Y cuando se decidió a acudir a aquel remedio, su destino quedó sellado. Angustioso.

Cierra la sección El hombre con forma de pera con la terrorífica historia de un vecino realmente inquietante, aunque en realidad no parece hacer nada especialmente reprobable. Jessie es nueva en el barrio y el hombre con forma de pera es el vecino del sótano de su inmueble. Realmente parece más estrafalario que peligroso, pero Jessie se empieza a obsesionar con él de forma harto maniática, con el resultado de que comienza a inmiscuirse en facetas importantes de su vida. Martin construye un relato que va acumulando pequeños detalles, a través de la vida más cotidiana, para alcanzar un demoledor desenlace. Además, consigue que se odien para siempre los Cheez Doodles ―nuestros «ganchitos»―.

La segunda sección del volumen, Una pizca de Tuf, se encuentra dedicada a la imponente figura del capitán Haviland Tuf, ingeniero ecológico de gruesa figura, amante de los gatos, propietario del Arca, una inmensa nave sembradora del Cuerpo Ecológico de cerca de treinta kilómetros de eslora, con la que recorre el cosmos «solucionando», siempre a cambio de un importante pago, diversos problemas ecológicos o biogenéticos.

Junto a las explicaciones de la gestación del propio protagonista y del anhelo de Martin por escribir una «serie», incluye dos relatos del ciclo: Una bestia para Norm ―que aquí se recoge en su versión original y no en la reescrita por el autor para el fix up Los viajes de Tuf que recopilaba todas las historias del personaje― y Guardianes. La primera versa sobre un planeta donde el estatus de cada gran familia se establece a través de unos combates de «fieras» y donde la más baja de todas ellas acudirá a las reservas del Arca para conseguir una bestia capaz de vencer a las de todos sus contrarios. El problema empieza cuando todas las familias empiezan a hacer lo mismo y se establece una especie de carrera armamentística de previsibles consecuencias sino fuera por la presencia del propio Tuf, quien va a dar un giro sorprendente a la situación. La segunda, mucho más «redonda», versa sobre la petición de ayuda de un planeta cubierto en su mayoría por los mares, que ve como los colonos que se aventuran en sus aguas se ven atacados por criaturas cada vez más feroces que parecen haber aparecido de la nada en un ecosistema que no había dado muestras de nada similar hasta entonces. Tuf deberá descubrir de dónde vienen y cómo hacerles frente hasta erradicarlas. Pero nada es tan sencillo. Y la precipitación tiene sus consecuencias, demostrando la fragilidad de los ecosistemas y la propensión de los humanos a tomar la solución má fácil cuando no siempre es la más recomendada.

Dos relatos que dejan, sin duda, con ganas de saber más del excéntrico personaje, así que, como bien se encarga de hacer el propio autor, la recomendación es, si todavía no se ha tenido el placer de leerlo, hacerse con un ejemplar de Los viajes de Tuf y disfrutar con el viaje y la irónica visión del mundo de su protagonista.

Cierra el volumen Cantos de sirena de Hollywood. Esta última etapa, aunque no carece en absoluto de interés para comprender por dónde habrían de discurrir los caminos del autor en torno a los guiones audiovisuales, es menos impactante en cuanto que las obras, obviamente, no son relatos como tales, sino una sucesión de diálogos intercalados de pequeñas descripciones de situación. Falta la fuerza y la profundidad de la escritura de Martin, resultando mucho más interesante la parte «autobiográfica» con el relato de su lucha para introducirse en el mundillo, las frustraciones, las reescrituras, las adaptaciones, los entresijos de la industria, los rechazos… que la ficción, casi meramente testimonial, aunque deje con el interés por haber podido «ver» los resultados en pantalla.

El primero, Más allá de los límites de la realidad: El camino menos transitado, es la escritura de un posible episodio de la serie The Twillight Zone. El segundo se trata del piloto para una serie de ciencia ficción, Puertas, sobre unos personajes que viajaban saltando de un mundo a otro, siempre perseguidos a través de los más exóticos escenarios planetariosque, que a pesar de haber sido rodado no vió la luz y que casualmente ha sido recientemente adaptado a un «lenguaje» emparentado como es el del cómic en lo que parece que va a ser la serie que nunca fue en la TV.

El terminar con esta sección representa un pequeño «bajón» respecto a lo que suponía el primer volumen ―sensación quizá acentuada por la circunstancia de que ya había leído los relatos de Tuf, con lo que a pesar de haberlos disfrutado de nuevo, no me han sorprendido tanto como en la primera ocasión―, dejando la impresión de haber empezado muy fuerte terminando de forma anticlimática, en un momento representativo pero no tan satisfactorio como los anteriores. Eso sí, ahora la espera para la tercera entrega se vuelve más impaciente para recuperar sensaciones. Mi recomendación personal, para quedarse con un mejor regusto en la mente, sería empezar a leer Híbridos y engendros por la segunda sección, seguir con la tercera y, sólo entonces, volver al inicio y disfrutar con los grandes relatos de la primera que no han de dejar indiferente.

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Reseña de otras obras del autor:

Con Lisa Tuttle:
 

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