lunes, 11 de noviembre de 2013

Reseña: Peta Z. Una antología de zervilleta

Peta Z.
Una antología de zervilleta.

VV.AA. Coord. Víctor Blázquez.

Reseña de: Santigo Gª Soláns.

Zportula / Dolmen ediciones. Gijón, 2013. Edición digital (epub). 242 páginas.

Esta antología es, ante todo, fruto de una «locura» colectiva, y no lo intenta ocultar en ningún momento. Una cena, un grupo de autores y una proposición un tanto demencial, de esas que se lanzan como una broma y sin saber muy bien cómo van tomando forma e ímpetu hasta convertirse en realidad. Zombies y series de animación «clásicas». ¿Puede haber algo más antagónico? Pues resulta que la cosa no era tan demencial después de todo. El resultado, muy dispar y ecléctico como era de esperar, demuestra sin embargo la total implicación de los autores involucrados en el proyecto que, con abundante humor, se han tomado muy en serio la tarea. Es evidente la irreverencia de alguna de las propuestas, pero también el enorme respeto de otras y el cariño de todas, o casi, hacia los «homenajeados». No son relatos escritos sobre la marcha, sino cuentos profundamente meditados, buscando encajar coherentemente ambas partes de tan complicada ecuación y, en la mayoría de ellos, consiguiéndolo más que satisfactoriamente.

Quien me conoce sabe que no soy un lector demasiado «de zombies». Lo cierto es que no estoy «saturado» de ellos más que nada porque no suele leer demasiado del género, más allá de alguna novela significativa que me venga bien recomendada. Sí he seguido el comic de Los muertos vivientes durante bastante tiempo y le di su oportunidad a la adaptación televisiva y a las novelas. Pero ¿una propuesta tan disparatada como la presente? No podía dejarla pasar.

Tras la introducción de Víctor Blázquez con la explicación de cómo se «gestó» la antología, el mismo autor abre el fuego con Battle Royale. Con ese título ya se puede suponer a qué obra homenajea, pero la sorpresa viene con la mezcla con Oliver y Benji que la acompaña. Una historia divertida con una mínima crítica a los «fanáticos» seguidores del fútbol y algo más decidida a los políticos y sus leyes. Los míticos futbolistas deberán enfrentar el más extraño y peligroso de sus partidos.

A continuación Cuando lo que de amoroso tiene el oso, de Ignacio Cid Hermoso, parece ser un ejercicio catártico contra la edulcorada estupidez de los dibujos de referencia, pero se antoja que no tiene más profundidad que el «homenaje» a cierta editorial famosa por su línea zombie.

En Z de Mazinger Daniel P. Espinosa ofrece un final diferente para la famosa saga del robot gigante. Un Koji Kabuto que busca desesperadamente a Sayuka en un Tokio radicalmente cambiado permite al autor sacar a la luz buena parte de los absurdos de la serie y sus ambigüedades sexuales.

Con Cama para doz Ángel Luis Sucasas ofrece una serie de los monólogos de alcoba de Epi y Blas que no pudieron verse en Barrio Sésamo. Es divertido, y juega muy bien con las «personalidades» de los muñecos, pero lo cierto es que tiene poca «chicha» a la que hincarle el diente.

La maleta, de Miguel Aguerralde, presenta una historia muy seria y bien narrada sobre lo que les sucedió a los protagonistas de Calabozos y Dragones más allá de lo visto en sus serie. El autor disecciona con irónico cariño todos los tópicos de la misma y de sus protagonistas en un relato en que la nostalgia se mezcla con la aventura de forma muy acertada.

¿Qué haces comiéndote a la lisiada?, de Dario Vilas, utiliza otro de los grandes iconos de la época, Heidi, revisitándola bajo una mirada tan irreverente como socarrona que ofrece poco más que un festín de sangre pero que deja con la sonrisa en la boca.

En El abismo insondable, de Juan Miguel Fernández, los lectores van a reencontrarse con varios de los Caballeros del Zodiaco en lo que perfectamente pudiera haber sido un arco argumental de la serie. Enfrentados a un implacable enemigo que amenaza la existencia de todo el planeta, Atenea encarga la misión a sus caballeros de hacerle frente: Pegaso, Cisne, Dragón, Fénix y Andrómeda arriesgarán nuevamente su vida contra el más peligroso enemigo.

Mi mono y yo, de Manuel Martín, presenta una versión un «poco» diferente de la que mantuvo pegada a las pantallas televisivas a toda una generación a través de los dibujos animados de Marco. El pequeño ve como su madre parte, en efecto, hacia el Nuevo Mundo acuciada por la necesidad familiar y, al no recibir noticias suyas y en medio de muy malos augurios, decide ir a buscarla, haciéndose por el camino con la compañía de un pequeño monito, enfrentando en Argentina inesperados peligros.

La sima, de Alejandro Castroguer es una revisitación ciertamente extraña de Ulises 31 —protagonizada por Odiseo/31— que basa todo su interés en la enorme cantidad de referencias que se permite en cada página y que convierte la lectura en un ejercicio de rememoranza: Star Wars, Groucho Marx, 2001 una Odisea Espacial, el Nodo, los líderes fascistas de la II Guerra Mundial, el Hombre Menguante, Freaks, Italo Calvino, Alien el Octavo Pasajero, Dune, Philip K. Dick, David Lynch, Viaje Alucinante, Mazinger Z y sigue y sigue, incluyendo, por supuesto, al serie de dibujos de referencia en una vuelta de tuerca de la Maldición de Sísifo y la forma de deshacerse de ella.

Una nueva mezcla explosiva es la que el lector se va a encontrar en Banner y Flappy contra la Bruja Avería Z, de Javier Cosnava. Es cierto que las ardillas felices no llegaron a convivir en pantalla con la Bola de Cristal, pero cinco años después de su salida de la parrilla su idílico retiro y su pacífico bosque se ve amenazado por las fuerzas arrasadoras del capitalismo desatado. Una feroz crítica política a la situación actual a través de algunas consideraciones de las actuaciones que han llevado hasta nuestro presente.

La buena, el ladrón y el malo, de Vanessa Benítez Jaime, cierra el volumen con la única «voz» femenina del mismo. Con una reminiscencia a Sergio Leone rastreable desde el propio título, la autora toma a los personajes de Lupin III, aquí Arsene Lupenz y Patrizia, quienes se desplazarán hasta Portugal tras la pista de un tesoro y se verán envueltos en una trama donde deberán encontrar una tumba, dentro de la propiedad del Conde Legrand recientemente viudo de la condesa Carmilla y quien no puede soportar su pérdida. Una tumba en la que figura simplemente la palabra «Desconhecido» como nombre. El tiroteo parece garantizado.

¿Y los zombies de la propuesta? se preguntará alguien. Tranquilos, en todos los relatos aparecen de una manera u otra, en todas sus variedades y vertientes, clásicos e infectados, mágicos y tecnológicos, rápidos y lentos..., pero eso es algo que mejor descubre cada lector, porque la forma de introducirlos en según qué historias es realmente ingeniosa. Peta Z es una antología de la que podrán disfrutar todos los seguidores del género de muertos vivientes o de la fantasía oscura, pero a la que sin duda aquellos lectores que compartan el acervo de cultura pop de animación de la que beben estos relatos les sacarán mucho más «jugo». Nostalgia, diversión y vísceras sangrientas. ¿Se puede pedir más? Desde luego, y se encuentra en esta antología.

2 comentarios:

Alejandro Castroguer dijo...

Gracias por la reseña y por demostrar que es un lector de lo más inteligente.

Santiago dijo...

Hola Alejandro.

Gracias a vosotros por vuestros cuentos y por la "locura" de esta idea ;-)

Siempre es un placer que los autores se pasen por aquí.

Saludos
Santi