miércoles, 26 de noviembre de 2014

Reseña: Amanecer rojo

Amanecer rojo.

Pierce Brown.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

RBA Molino. Barcelona, 2014. Título original: Red Rising. Traducción: Silvia Schettin. 542 páginas.

Con Amanecer rojo, novela de debut de Pierce Brown, se inicia una nueva saga de literatura para adultos jóvenes de esas que, no obstante, pueden ser disfrutadas por un público mucho más amplio. Con una marcada voluntad aventurera y una trama llena de acción, la novela presenta un buen número de cuestiones sobre la vida, y la muerte, y una intensa crítica social como para que pueda interesar a un amplio abanico de lectores, siempre que se tenga en cuenta el estante hacia el que va dirigido: distopías juveniles al estilo de Los juegos del hambre, aunque trascendiendo y alejándose bastante de aquella. Y precisamente dado su inicial público objetivo es una obra que sorprende por la franqueza de sus planteamientos, por los dilemas morales que presenta, por la ingente cantidad de violencia y referencias más que escabrosas y sexistas, nada explícito, pero mucho comentado— a agresiones contra las mujeres y los más débiles como para agitar más de una conciencia. Ciencia ficción con un marcado carácter belicoso y una vertiente social realmente llamativa, un entretenimiento que esconde una profundidad insospechada, una crítica más ácida de lo que pudiera parecer.

Darrow es un rojo, uno de los mineros pioneros de la terraformación de Marte, un sondeainfiernos que busca vetas del Helio 3 necesario para transformar la atmósfera del planeta, y que trabaja duramente por el bien de su clan familiar y, sobre todo, por el de su joven esposa, Eo, pues a sus 16 años ya es un adulto recién casado. Los suyos viven en duras condiciones en vastas cavernas en el subsuelo de Marte, convencidos de que su sacrificio permitirá en el futuro a los humanos caminar sobre la superficie sin restricciones. Hasta que, de forma harto traumática, Darrow va a descubrir que todo es una mentira y que él y sus gentes son tan sólo una suerte de esclavos de los dorados, los dirigentes de una humanidad que se ha expandido por varios de los planetas del Sistema Solar y han establecido un sistema social basado en «castas» tras rebelarse contra el poder de una superpoblada Tierra y librar una guerra que cambió el polo del poder y la manera de gobernar de forma radical, erradicando de facto la «igualdad» entre los humanos. Con una inesperada ayuda, Darrow se va a ver inmerso en un plan para derrocar ese orden establecido, algo que no podrá lograr sin dolorosos sacrificios.

Brown presenta así una sociedad altamente estratificada, con los dorados en lo más alto, gobernando sobre el resto de «colores» mientras se va bajando en la escala social. Colores que cumplen muy diferentes —y fijas— tareas: los rosas —servicios de placer—, los grises —servicios de seguridad, la «policía»—, los cobres —la administración—, los rojos —el trabajo duro y manual—... El autor se toma las necesarias molestias para dar consistencia y coherencia a un sistema político, militar, económico y social que podría sonar excesivamente simplista o reducionista como punto de partida, pero que termina adquiriendo una interesante consistencia —dentro de lo radical de la propuesta—. Incluso, entrando ya en lo propiamente literario, se ocupa de diferenciar la forma de hablar de unos colores y otros, mostrando así su extracción social —algo que más adentrados en la trama estará a punto de costarle un disgusto al protagonista al usar palabras que un dorado nunca usaría—. Una estratificación social justificada y posibilitada no solo por las maniobras políticas y militares, sino también por la «crianza», las mejoras genéticas y el control de la educación y la información.

Narrado en primera persona, desde la óptica de Darrow —con lo que el lector va a ir descubriendo las claves de la sociedad en la que se interna el protagonista a la vez que él lo hace—, el libro se estructura en cuatro partes que muy bien podrían haber sido solo tres, ya que si bien la primera, segunda y tercera son manifiestamente diferentes, la cuarta es una prolongación de la tercera. La primera, Esclavo, sirve a modo de presentación, y es la historia de un ambicioso, pero conformado minero que descubre que el mundo no es tal y como siempre había supuesto. Presenta la dura vida de los mineros del subsuelo de Marte y pone en antecedentes al lector de la extraña sociedad en la que se ha instalado en ese futuro la humanidad. La segunda parte, Renacido, muestra la preparación de su venganza, y la de todos los rojos oprimidos. Con el mayor contenido de información del libro, refleja la preparación de un maquiavélico plan para infiltrarlo entre las filas de los gobernantes, los dorados, y desde allí poder dar un golpe de fuerza devastadora. Pero para conseguirlo Darrow va a tener que sufrir y mucho.

La tercera, Dorado, y cuarta, El Segador, se desarrollan en el Instituto donde se prueban a los jóvenes dorados aspirantes a convertirse en los más altos dirigentes, políticos y militares, del sistema es un violento juego del Rey de la Colina —también conocido como Rey de la Montaña o del Castillo—, una lucha por la «captura la bandera» del resto de casas para imponerse sobre todos los demás. Dos partes que perfectamente podrían haber sido una sola, aunque, tal y como el autor las presenta, bien podría considerarse que la primera es la de la caída y la segunda la del auge del protagonista. Aunque todo el libro rebosa acción, es en esta segunda mitad del libro donde se concentran la mayoría de las escenas de estrategia, combate y violencia desatada. Con algo de El señor de las moscas, los jóvenes separados en una docena de «casas», tienen que establecer una sociedad reflejo de la de sus mayores, siguiendo tan sólo sus impulsos e imponiendo primero una jerarquía en la propia, creando su tribu, y luego intentando imponerse a todas las demás. Un comportamiento que degenera por las propias «reglas» del «juego» en violencia, depravación y puro barbarismo. Los más fuertes se imponen y se establece una jerarquía mediante el aglutinamiento de un ejército bajo su mando y la «eliminación» de los adversarios.

El protagonista debe aprender estrategia a marchas forzadas; y no solo eso, debe aprender a confiar en los demás y conseguir que los demás confíen en él, algo nada sencillo entre un grupo de descendientes de un estamento dirigente que fomenta el individualismo y el darwinismo social. Darrow debe luchar por cada privilegio, por cada seguidor, por cada triunfo..., consciente de que para conseguir su objetivo debe ser mejor que todos los que compiten con él. Y tal vez ahí se encuentre uno de los pequeños fallos del relato. Darrow es demasiado sobresaliente en todo, tanto de «rojo» como de «dorado», es el mejor en lo que hace e incluso cuando se equivoca consigue un acierto; es casi una «máquina» con sentimientos contradictorios. Por otra parte, en realidad el protagonista es en todo momento el peón, consciente pero peón al fin y al cabo, de otros. Es su mujer, Eo, la que sueña con la rebelión de los rojos, la que es consciente de su esclavitud y quiere romper las cadenas. Es Dancer quien le proporciona un camino, unas herramientas y una meta. Es Mickey quien lo «talla» en más de un sentido… Y, sin embargo, es solo la capacidad de entrega, la tenacidad y el sacrificio del maduro joven lo que podría hacer posible llevar todo ello a buen puerto. A veces cuesta «meterse» en su personalidad, conformista, fría y distante, pero llena de rabia.

El escenario, y toda la narración en sí misma, tiene un superficial barniz de cultura clásica greco-romana, la sociedad del sistema solar se establece como un imperio a imagen del Romano dominado desde la Luna, los títulos, cargos y nomenclaturas están «latinizados», las casas reciben los nombres de los dioses antiguos: Marte, Jupiter, Apolo, Diana, Minerva... Eso sí, el modelo que siguen es, como bien remarca un personaje, no la democracia ateniense, sino la tiranocracia espartana. La sociedad es una errónea meritocracia, amañada por la propia constitución de los colores y el engaño en el que viven algunos de ellos. Sólo se puede «ascender» dentro del propio color, nunca romper las cadenas, pues la codificación genética de cada grupo lo impide. Así entre los poderosos dorados hay una sensación de impunidad, algo que se traslada al Instituto, donde los más fuertes pueden hacer todo lo que se les antoje, abusos incluidos, hasta que se crucen con alguien aún más fuerte, o más listo, que ellos. Sibilina, casi maquiavélica, manipulación y violenta crueldad forjan el carácter de los aspirantes a dirigentes. El relato representa con suma crudeza lo que significa poner sobre el campo de batalla a unos adolescentes, sobresalientemente fuertes e inteligentes, y hacer que luchen por imponerse a los demás, llegando incluso hasta la muerte, con la promesa de no sufrir castigo alguno, sino obtener las más altas recompensas. Brown despliega un abundante abanico de estrategias bélicas para subyugar al enemigo, desde el ataque frontal o la más inesperada emboscada, pasando por la deshumanización del «otro» mediante vejaciones, violaciones y torturas.

Con Darrow inmerso en el «juego», esos supuestos estudios de estrategia práctica, el autor juega muy bien la baza de que cuando se conoce al enemigo es difícil no terminar empatizando de alguna manera con él. El protagonista tiene que recordarse muchas veces su odio cuando siente que se encariña de alguno de sus compañeros de penurias. No sólo va a encontrar rivales que le disputen la supremacía, muchos y crueles, sino también amigos y aliados, alguno de los cuales incluso llegará a «tocarle» el corazón. Sin embargo, en los momentos decisivos Darrow no va a dudar en absoluto dónde se encuentran sus principios y sus valores o cuál es su bando. Hará cualquier cosa por conseguir su objetivo, engañar, mentir, hacer promesas que sabe no va a cumplir e incluso matar a «inocentes». No obstante, con el avance de la trama Darrow va creciendo internamente, modelados sus pensamientos por todo lo que le está sucediendo y matizando su forma de ver el mundo.

Amanecer rojo es uno de esos libros supuestamente de literatura para jóvenes que depara más de una agradable sorpresa a poco que se acepten las reglas del juego —sobre todo la sociedad en que se desarrolla económica, política y militarmente el futuro del Sistema Solar—. Bastante más que un mero libro de presentación - inicio de trilogía, la novela termina en un punto de cambio de la historia, en un alto del camino, cerrando las tramas presentadas, salvo la más genérica de la rebelión de los rojos, con unas conclusiones que presentan ya un nuevo plano de la historia, una nueva etapa que se abre en la aventura con interesantes implicaciones y promesas. Especulación, aventura, injusticia y desigualdad social, amor, amistad, familia, crueldad, muertes, triunfos y derrotas, venganzas… Habrá que esperar a la segunda entrega, Golden Son, para ver qué depara el futuro a sus personajes.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

He estado buceando por tu estupendo blog y sólo quiero felicitarte por tus reseñas, trabajadas, serias, excelentemente redactadas y con criterio. Me quedaré por aquí

Santiago dijo...

¡Bienvenido! Siéntete como en tu casa ;-)

Muchas gracias por los elogios, esperamos (ya que la página no la hago yo solo) seguir estando a la altura de las expectativas.

Saludos
Santi

Words Of Books dijo...

Hola!! Buscando reseñas de este libro di con tu blog, la verdad que me apetece mucho leerlo y no terminaba de decidirme. Pero después de tu reseña creo que será una de mis próximas compras.

Nos quedamos por tu blog, te invitamos a que te pases por el nuestro.
besos ^_^

Santiago dijo...

Muy buenas.

Me alegro de haber sido de ayuda. Esa es la intención, ¿no?
La verdad es que es una novela realmente entretenida ;-)

Muy interesante vuestro blog también, gracias. Merece la pena visitarlo.

Saludos