lunes, 20 de marzo de 2017

Jurgen o la comedia de la justicia

Jurgen o la comedia de la justicia.

James Branch Cabell.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Defausta editorial. Col. otros mundos. Madrid, 2017. Título original: Jurgen. A Comedy of Justice and Taboo. Traducción: Susana Prieto Mori. 381 páginas.

Sátira social o, como diría Chesterton, comedia alegórica publicada originalmente en 1919, férreamente criticada en su momento tanto por las ideas expuestas como por el comportamiento implícita, y también inocentemente desde la óptica de hoy, lascivo e irreverente de la propuesta. De apariencia inofensiva, lo que es una serie de romances bastante castos en la superficie, recubiertos de la ironía del autor, se desvelan como encuentros  y situaciones más que sugerentes. Nada es explícito, pero lo implícito abarca un amplio abanico de posibilidades. Autor seminal de la Literatura Fantástica, cuya influencia y admiración es reconocida por escritores de la altura de Mark Twain, Jack Vance, Poul Anderson, Michael Moorcock, Neil Gaiman, Scott Fitzgerald o Ursula K. LeGuin, une una prodigiosa erudición a una prosa preciosista y elegante y un irónico sentido del humor, mordaz incluso en algunas ocasiones. Jurgen o la comedia de la justicia, perteneciente —de forma independiente— al ciclo conocido como la Biografía de la vida de Manuel, cuyas historias se ubican en la imaginaria región del sur de Francia llamada Poictesme, no es sino un viaje en busca del sentido de la existencia humana, sobre todo en su juventud, buceando en buena parte de las filosofías y valores morales occidentales y asiáticos, para descartar la mayoría con cierto desdén y mucha de la citada irreverencia. Un viaje por países fabulosos, legendarios, mitológicos, que permiten al protagonista gozar del romance medieval, de cuyos clichés Cabell se burla sin rubor, y del ascenso en la escala social con una reveladora mirada satírica sobre la, nunca mentada, sociedad y cultura de los EE.UU. de principios del Siglo XX.

Con la acción situada, supuestamente, en un idealizado siglo XIII, Jurgen es un prestamista entrado en la cuarentena, con una antigua inclinación por la poesía ahora abandonada y un alto concepto de sí mismo. Un hombre que se dice «dotado de una inteligencia monstruosa» y «estar dispuesto a probar toda bebida al menos una vez» —aunque casi nunca se refiera realmente a ningún líquido como tal—. Cuando dama Lisa, su esposa, desaparece supuestamente arrebatada por el diablo como un favor hacia él, Jurgen emprende su busca, no porque realmente le apetezca, sino porque es lo que sus allegados consideran que es «lo que hacen los hombres».

Emprenderá así un viaje a través de diversas tierras mitológicas o mágicas que, devuelto a la juventud por un encantamiento de madre Sereda, le va a llevar por un buen número de lances sentimentales donde deberá cuestionarse la naturaleza de sus decisiones y deseos. A lo largo del periplo va a ir cruzándose con un gran número de criaturas y personajes poderosos de todas las tradiciones mitológicas —clásicas, artúricas, rusas, cristianas…—, y ascendiendo en el escalafón social por propia inventiva hasta lo más alto de lo alto; pero su insatisfacción vital va a llevarle de flor en flor, de esposa en esposa, pues nunca está contento aún habiéndose casado con la mujer más hermosa que jamás haya visto o habiendo conseguido los máximos honores a que un hombre puede aspirar, siempre cree merecer algo mejor. Una «injusticia» vital que aspira a reparar.

Así, con múltiples lecturas, de lo más superficial y evidente o algo más profundo y retorcido, por un lado la historia se puede considerar tan sólo como el retrato de la crisis de la mediana edad que sufre un hombre que anhela volver a la juventud, y por otro es un profundo análisis de la voluptuosidad y despreocupación de la juventud, de la persecución de los placeres prohibidos o imposibles y del esfuerzo de superación y crecimiento duramente conquistado. Por un lado es un novela picaresca y por otra una denuncia del narcisismo y la autosatisfacción. En todo caso es una curiosa mezcla de romanticismo, historiografía, bajos instintos y cinismo extremo.

Jurgen es un vividor con alma de poeta, un engañabobos que gusta de ganar las discusiones inventándose sus fuentes y de seducir a las mujeres mediante un creativo uso de la matemáticas, un juglar de pico de oro y manos largos, un asesino caballeroso, un carismático egoísta. La historia, con un tono decididamente declamativo y retórico, a la par que sardónico e irónico, y un toque muy teatral y numerosos ramalazos humorísticos, mediante una muy heterogénea y libre amalgama de mitos va a tratar sobre la búsqueda del individuo de sentido, realización, placer y, sobre todo, de una elusiva justicia cuya definición puede variar de una cultura a otra.

Hay en la escritura de Cabell un gusto casi pueril, ingenuo en estos tiempos, por el uso de dobles sentidos de significado sexual: la espada que encuentra su funda, la lanza de notable poder de penetración o el garrote que enarbola enhiesto el protagonista para gozo de alguna dama. Metáforas hoy cristalinas que juegan con el amor cortés y el carnal, dejando, por una característica que acompaña en todo momento a Jurgen, siempre las escenas a oscuras. Metáforas y dobles sentidos que de repente se revelan como cajas chinas que descubren un tercer mensaje oculto y una cuarta intención con la que el autor desvela una basta erudición y un chispeante gusto por lo retorcido. Hay profundidades muy evidentes y otras algo impenetrables en un juego simbólico de planos alegóricos que hace que en muchas ocasiones ni lo que se dice ni lo que se hace sea lo que aparenta ser.

En general divertida, y siempre sugerente, la «heroica», aunque más bien juglaresca, búsqueda de dama Lisa —y de la evanescente Justicia— discurre por señoriales castillos, bosques mágicos, reinos magnificentes y los propios infierno y cielo, mientras se ve jalonada por una serie de encuentros con un buen número de entidades femeninas, mujeres, dríades, vampiras e incluso diosas, tras cuyo «conocimiento» el protagonista tendrá una pieza más del rompecabezas que busca componer. Madre Sereda —y todos sus anagramas imaginables—, Dorotea la Deseada, Ginebra, la Dama del Lago, Anahita, Helena de Troya, Florimel…, hacen que sus contrapartidas masculinas, Neso, Melín Ambrosio, Arturo Pendragón, Smoit, Aquiles..., también personajes fabulosos por derecho propio, tengan mucha menor importancia, siendo alguno incluso meramente citado sin tener apenas participación en el relato. Cabe decir también que la mirada sobre la mujer está imbuida de esa actitud tan extendida a principios del siglo XX de cierto paternalismo, de admiración y menosprecio a un mismo tiempo, ante la cual, no obstante, la mayor parte de ellas salen muy bien paradas.

Llega un momento en que siguiendo los picarescos pasos del protagonista, en la etapa en que se enfrenta a las tradiciones cristianas del infierno y el cielo, en que el relato se hace un tanto denso y recargado, más preocupado por la tesis que por el ropaje, pero el calado de las cuestiones tratadas mantienen el interés, consiguiendo remontar después el vuelo sin haber llegado a caer. El autor siembra el texto de continuas referencias, sobre todo mitológicas, pero también literarias e históricas, no imprescindibles para la comprensión de lo narrado, pero aún así bien documentadas en el Glosario final y en el buen número de notas a pie de página a cargo de la editora / traductora de la obra en español y que complementan así esta magnífica edición. Edición que además incluye como Anexo: El juicio de Jurgen, escrito después de que la novela fuera denunciada por obscenidad por la Liga de Nueva York para la Supresión del Vicio, junto al relato Tabú, dedicado a quien tanto se había empeñado en retirar su obra de la circulación y que, a la postre, tanto haría para maximizar su difusión y su momentáneo éxito de ventas.

2 comentarios:

Mangrii dijo...

Hola :) Pues mira que llevaba unos días que lo había visto a algunos por GR o Twitter (ahora no estoy seguro) pero no terminaba de saber que era exactamente. Me interesa como clásico y su historia, pero tampoco me acaba de llamar tanto la atención. Un abrazo^^

Santiago dijo...

Esta claro que no todos los libros llaman a todo el mundo ;-)

Saludos