lunes, 10 de abril de 2017

Reseña: La ira y el amanecer

La ira y el amanecer.

Renée Ahdieh.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Nocturna ediciones. Madrid, 2017. Col. Literatura Mágica # 38. Título original: The Wrath and the Dawn. Traducción: Traducción: Carmen Torres y Laura Naranjo. 451 páginas.

Una revisitación, que no una reescritura, en clave YA —para «adultos jóvenes»—, al clásico oriental Las mil y una noches, con un relato donde prima sobre todo el romance, pero bien envuelto en intriga, política y misterio. Como en la historia original, un califa se casa cada noche con una joven y la hace ejecutar al amanecer, hasta que la presencia de Sherezade, y sus cuentos de madrugada, cambian las cosas. A partir de ahí la autora construye una historia de amor y venganza que desplaza la atención de los cuentos, de los que apenas presenta unas cuantas pinceladas, hacia las vivencias de los dos protagonistas principales de la historia en una pirueta que también trae reminiscencias de La Bella y la Bestia. Un claro ejemplo de que en todo drama hay dos versiones y no se debe juzgar algo, o a alguien, sin disponer de todos los datos; y de cómo muchas veces es imposible seguir siguiendo odiando a una persona cuando se la llega a conocer a fondo. Una historia de revelación y angustia, de un corazón en conflicto consigo mismo, de un imposible equilibrio y de promesas que no se pueden cumplir.

Sherezade, Shezi para sus allegados y amigos, es una joven de dieciséis años que se presenta voluntaria para casarse con Jalid, el cruel califa de Jorasán, motivada por su deseo de vengarse por la ejecución de la que fuera su mejor amiga. En la noche de bodas, tras consumar el matrimonio, ella le pide que escuche un cuento y él la complace. Como en Las mil y una noches, el cuento queda inacabado al amanecer y el califa perdona la vida de Sherezade hasta la noche siguiente. Pero a partir de ahí su tarea se complica. Ya el prólogo deja claro que en esta historia hay mucho más de lo que se ve a simple vista, que hay motivos ocultos para el comportamiento del califa. Y Sherezade, para su propia desazón, va a descubrir que necesita saber más antes de ejecutar su misión. Mientras tanto, en el desierto, su familia y su primer amor, Tariq, incapaces de ver el cuadro completo, van a empezar a realizar planes para «rescatarla», incluso aunque tengan que forjar alianzas indeseadas y sucumbir a la fuerza de desestabilizadores complots que buscan arrebatar al califa su trono.

La protagonista es una joven, apenas una muchacha a pesar de su personalidad abiertamente adulta —¿demasiado adulta?—, ingeniosa, decidida, independiente y valiente, que inicialmente actúa movida por el odio y una fría ira, pero que poco a poco ve como sus convicciones se tambalean, forzando un cambio en sus pensamientos y sentimientos, incluso a pesar de todas su reticencias internas. Algo que, unido al movimiento que busca derrocar el régimen de terror del califa, va a motivar una creciente tensión para cuando los caminos divergentes de los cercanos a Sherezade se acerquen de nuevo a ella. Mientras la joven, envuelta en una guerra interior, empieza a contemplar con confusión la vida en muchas tonalidades de gris, enfrentada incluso a la hasta el momento inverosímil decisión de renunciar a su venganza, para su antiguo amor, sus amigos y su padre, embarcado en una búsqueda de poder mágico a un alto precio, toda la historia sigue presentándoseles tan sólo en blanco y negro. Jalid, a sus dieciocho años repletos de vivencias, no es el villano de una sola faceta que aquellos piensan que es, sino un complicado joven que se resiste a mostrar al mundo su verdadero rostro. Unas profundidades ocultas que harán tambalear los hasta el momento inamovibles principios de Sherezade.

Existe un tira y afloja continuo entre la voluntad del califa, Rey de Reyes, y de la joven que se ha convertido en su esposa, siendo el secreto motivo que ha causado la muerte de tantas jóvenes lo que se interpone de manera en apariencia irreparable entre los dos. Los secretos que ambos guardan se imponen una y otra vez a la aceptación de sus sentimientos. Desde un buen principio se sabe, o en todo caso se intuye, que el califa no es el monstruo cruel que su pueblo tiene en mente, que tiene que haber una razón que redima su comportamiento y que consiga hacer florecer el amor en el corazón de Sherezade. Y la hay, cosa que consigue redimirle en parte ante los ojos del lector, y de Sherezade.

Tan sólo en parte, no obstante, porque otro tipo de acciones hacen muy difícil al lector sentir empatía real con él. ¿Vas a matar a la joven al amanecer y te das la satisfacción de consumar el matrimonio, de acostarte con una muchacha de dieciséis años a la que supuestamente no vas a volver a ver? Si, como se da a entender, Jalid sufre tanto por la situación en que se encuentra, su actuación egoísta suena demasiado parecida a una violación, a pura autosatisfacción, por mucho que ella se haya presentado «voluntaria» como forma de acercarse a él y matarlo. Hay algún detalle conflictivo más, pero dado todo el tiempo que se toma para desvelar la razón que se oculta tras el sacrificio de las jóvenes son algo que mejor no destripar. Existen ciertos mensajes contradictorios, pero también se puede pensar que la sociedad retratada era muy distinta de la actual, con otros principios morales, donde la vida forzaba a crecer más rápido, y donde con 16 o 18 años ya no se era precisamente un adolescente.

Podría alegarse que esta es la prototípica historia de literatura juvenil, con triángulo amoroso incorporado —triángulo que de alguna manera parece resuelto en este mismo libro, así que no es algo que parezca vaya a alargarse como motor de la trama, aunque nunca se sabe—, de la chica arrojada y audaz que se enamora del chico duro pero melancólico a pesar del inicial odio gracias a las grietas que ella ve en su coraza sentimental; una joven que busca venganza, pero descubre que el objeto de su odio no es tal y como pensaba, terminando sucumbiendo a la traición de su corazón... Pero es gracias a su colorida ambientación, y a ciertos requiebros no inesperados pero sí agradecidos, que logra trascender el cliché.

La novela se desarrolla en un trasunto de la Persia antigua, con una atmósfera y escenarios arábigos dignos de las historias que emula, incluida la utilización de variados vocablos árabes para referirse a buena parte del atrezzo que portan los personajes, como las espadas o las vestimentas, y una lánguida sensualidad que sugiere mucho más de lo que muestra. Es una historia del desierto, donde es tan vital que la lluvia siga visitando el lugar de forma regular y donde se hace palpable que la sequía es una amenaza de muerte para toda la población. El elemento mágico se prodiga poco, aunque de alguna manera se puede intuir que tendrá gran importancia en la continuación de la historia.

La ira y el amanecer es una historia de lectura muy rápida, gracias sobre todo a una prosa sencilla y ligera con profusión de diálogos y párrafos expositivos muy cortos, como ráfagas, algunos de apenas una o dos frases. Tan rápida que apenas da tiempo a analizar o interiorizar lo que está sucediendo cuando ya ha cambiado el foco de la acción cambiando la perspectiva, algo que hace muy ágil y ameno el relato, aunque también va un tanto en detrimento de la construcción general del mundo en que se mueven los protagonistas, apenas esbozado por la escasa presencia de descripciones, o de la profundidad del conflicto. Algo que contrasta con todo el tiempo y detallismo que se toma Ahdieh para dejar buena constancia, con abundante y gratificante exotismo oriental, de los alimentos que degustan los personajes, la ropa y joyas con la que se acicala —o acicalan a— Sherezade, o la decoración ostentosa de las habitaciones de palacio, dando una sensación de lujo acorde con el estatus y la importancia del Rey de Reyes y su esposa. No podía ser menos para el exotismo que la trama requiere.

La novela, de claro estilo juvenil, se «cierra», con las espadas en todo lo alto y un conflicto que presagia negros nubarrones en el horizonte, en un momento bastante adecuado con la mayoría de los misterios resueltos, pero dejando con ganas de ver por dónde van a seguir los acontecimientos en su continuación La rosa y la daga —anunciada para este mismo otoño—.

2 comentarios:

Mangrii dijo...

Hola :) No termina de captar mi atención del todo este libro, lo que si por ejemplo conseguía el anterior YA que reseñaste. Y es que tengo un problema con esos triangulitos amorosos, me sacan de la historia por mucho que la puedan tapar con una trama interesante, aunque en este caso reconozco que tampoco me atrae tanto. Gracias por la reseña, un abrazo^^

Santiago dijo...

Hola, Mangrii.

Hombre, en "El juego de la corona" (el anterior YA que mencionas que reseñé recientemente) también hay un triángulo sentimental. parece que es requisito imprescindible para este tipo de novelas ;-) Pero también es verdad que en esta novela el tema romántico es mucho más central que en aquel, así que ya es algo que entra dentro de los gustos particulares de cada uno el caer o no en su lectura.

Saludos