miércoles, 27 de diciembre de 2017

Reseña: Las estrellas son Legión

Las estrellas son legión.

Kameron Hurley.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Alianza editorial. Col. Runas ciencia ficción y fantasía. Madrid, 2017. Título original: The Stars are Legion. Traducción: Alexander Páez. 350 páginas.

Todo género, o subgénero, necesita que de vez en cuando se le dé una vuelta, revolucionándolo un poco, cambiando los parámetros, agitando un poco las convenciones y ofreciendo algo nuevo sin abandonar lo que ha hecho grande lo anterior. Hurley reimagina un space opera fuera de lo habitual utilizando las bases ya establecidas y retorciéndolas a su conveniencia, dando un nuevo sentido al tema de las naves generacionales y la evolución de las tripulaciones en el aislamiento del largo viaje espacial. Muchos han destacado el carácter feminista de la novela —al no existir más que personajes femeninos en la misma—, pero conforme se va leyendo se descubre que es un tema que se desarrolla con absoluta naturalidad y coherencia narrativa, sin convertirse en el discurso central de la obra, ni nombrarlo como tal siquiera, sino que surge agradablemente como sustrato de la trama. La autora subvierte los clichés del género sin renunciar a ellos, dotándolos de frescura y originalidad, desafiando el tradicional modo de retratar a las mujeres en este tipo de historias y ofreciendo una remarcable novela de aventuras espaciales. Una historia de nuevos comienzos en mundos que agonizan, llena de amor y traición, de violencia, de búsqueda, promesas y decepciones, y sobre todo de esperanza y renacimiento, aunque de una forma oscura y retorcida.

En los confines del universo un grupo de naves-mundo, la Legión, orbitan un sol artificial tripuladas exclusivamente por mujeres. Zan despierta amnésica dentro de Katazyrna, rodeada de un grupo de mujeres que dicen ser su familia y donde su función parece ser la de intentar una y otra vez la conquista del Mokshi, una nave-mundo que intentó infructuosamente abandonar la Legión, escapando de su órbita pero quedando en espacio de nadie. Sin recuerdos, debe fiarse de lo que las mujeres que la rodean le aseguran es su vida, en especial Jayd, una mujer llena de contradicciones con quien parece unirle una especial relación de amor-odio y un plan que sólo ellas conocen, o conocían dado que Zan ahora no lo recuerda. Poco a poco irá descubriendo que vive envuelta en una compleja red de maquinaciones político-militares entre la madre de Jayd, Lord Katazyrna, y sus enemigas, las Bhavajas, habitantes de otro de los mundos-nave, inmersas en una lucha de poder por obtener los necesarios recursos para la pervivencia de sus propios hogares. Ambas familias se han dedicado a saquear los mundos que les rodean, reciclando sus materiales para mantener con vida sus naves, entrando en un evidente conflicto de intereses que se desarrolla de manera prolongada y sangrienta.

Los planetas, una curiosa amalgama de elementos orgánicos y artificiales, y sus habitantes se encuentran en una decadencia lenta pero segura que les aboca a la desaparición. El reciclaje de sus elementos es parte necesaria para sus supervivencia y cada vez parece menos eficiente. Pero los conocimientos que serían necesarios para descubrir los motivos o las maneras de solucionar los problemas se han perdido en el largo camino. Sin embargo, un remedio parece encontrarse a bordo del Mokshi, el premio al que todas las partes parecen aspirar. Allí podría encontrarse la clave para abandonar la Legión y asegurarse el porvenir, pero sólo si Zan logra encontrar la manera de hacerlas entrar y hacerse con su control.

De inicio el lector debe aceptar e intentar aprehender lo que se le está narrando y seguir adelante, en ocasiones tan confuso como se muestra la propia protagonista. La historia ya está en marcha, lleva mucho tiempo desarrollándose y es fácil «perderse» dentro de las crípticas referencias de sus entresijos. Zan se encuentra inmersa en un ciclo de lucha sin fin, siendo rechazada como única superviviente en todas sus incursiones de la katazyrnas al Mokshi sin poder recordar la razón de que sea ella la única capaz de abordarlo. Algo que todas, y no sólo ella, parecen desconocer, y es motivo de más de una desconfianza que se hace patente entre sus hermanas. Hay que forzar un tanto en este inicio la suspensión de la incredulidad, pues no se entiende demasiado bien la conformidad que muestra Zan ante todo lo que las que rodean su «despertar» le dicen como si fuera dogma de fe. Aún cuestionándolo, tiene que creérselo y punto. Que tiene que ir y asaltar un inexpugnable planeta, pues allá que va porque es lo que le han dicho que siempre ha hecho. Sin embargo, Hurley, como sus protagonistas, tiene un plan y pronto va a demostrar que la posible desconfianza en la trama era infundada, aún a pesar de un discrecional abuso del recurso del deus ex machina a lo largo del camino.

La narración va alternando capítulos en primera persona con el punto de vista de Zan, los más abundantes, y de Jayd, más escasos, pero igual de necesarios. La amnesia de la primera la convierte en una narradora poco fiable permitiendo a Hurley mostrar el mundo a sus lectores como un continuo descubrimiento, sin saber qué viene a continuación, cuestionando lo que sus compañeras le cuentan pero sin poder contrastarlo, y dudando incluso de sus propios sentimientos. Su periplo vital la va a poner en contacto con otras mujeres carismáticas, muy diferentes entre sí, excepcional cada una en su construcción. Mientras tanto, Jayd, tan poco fiable en su relato como Zan, siguiendo los pasos de un plan del que guarda celosamente todo detalle, va a embarcarse en una peligrosa misión que implica infiltrarse entre sus más acérrimas enemigas, las Bhavajas. La tensión se masca en ambas líneas alcanzando cotas de thriller psicológico, la sensación de que todo puede irse al traste en cualquier momento independientemente de las intenciones y las sacrificios de las protagonistas, aunque haya ciertos momentos en que el ritmo se resiente un tanto. Los enfrentamientos surgen a cada paso, tanto en el espacio como en lo más profundo de los mundos, en el vientre donde todo termina siendo reciclado, un lugar donde habitan los monstruos —monstruos nada figurados y cuyas descripciones y acciones resultan en algunos casos de lo más gore e inquietante—.
Hurley reinterpreta el viaje del héroe —la heroína—, la caída y ascenso —en este caso de manera literal— de la elegida. Un viaje de descubrimiento y crecimiento abriéndose paso a través de un mundo moribundo repleto de peligros desconocidos. En su intento de alcanzar los niveles superiores Zan irá rodeándose de un pequeño grupo de mujeres con el que intentará volver a la superficie, descubriendo por el camino las diferentes sociedades y civilizaciones que conviven casi de espaldas unas de otras dentro de las profundidades de su mundo, cada cual con sus propias costumbres y leyendas, alcanzando una nueva comprensión del lugar donde vive. Las diferentes «tripulantes» viven en simbiosis con el entorno, muchas sin saber siquiera lo que es en realidad. Un lugar enfermo, en descomposición cancerígena y decadencia orgánica, que depende de sus habitantes para regenerarse y sobrevivir.

Y es que todas las mujeres llevan en sí la capacidad de engendrar, todas llevan dentro de sí la potencia y el poder de dar vida, pero en los mundos-nave sólo son unas pocas las afortunadas que dan a luz bebés «normales», siendo lo habitual que gesten, mediante partenogénesis, las piezas de repuesto necesarias para el mantenimiento de las naves como entes semiorgánicos que son, desde armas y engranajes a alimentos y nuevos mundos. Los úteros, según su capacidad reproductiva, son objetos de valor incalculable que pueden ser intercambiados de cuerpo. La vida en la Legión es un ciclo interminable de nacimiento, reciclaje y renacimiento —e imágenes y metáforas de renacimiento no faltan en absoluto a lo largo del relato—. Así, la maternidad, la fecundidad y la sexualidad, cargados de interpretaciones muy diferentes a las actuales, son temas muy importantes, centrales, en el devenir de la historia, permeando muchas de las acciones y relaciones de protagonistas y secundarias, pero no son los únicos. De la interacción de los habitantes de la extraña sociedad imaginada por Hurley surgen temas que bien se pueden trasladar a nuestro mundo: la discriminación del débil y el diferente, la división de clases siempre jugando a favor del poderoso, el racismo, la necesidad de aceptarse uno mismo para poder relacionarse en condiciones con los demás, la ruptura con un ciclo de abusos, la expiación de las culpas…

Con un estilo sobrio, nítido y conciso y una prosa hábilmente descriptiva, la autora consigue transmitir la fascinación por un escenario que se antoja totalmente alienígena. ¿Fueron en realidad siquiera humanas en algún momento las habitantes de la Legión? ¿Cuándo y qué sucesos las llevaron a este extraño lugar repleto de mutaciones y maravillas tecnoorgánicas? Las estrellas son Legión es una obra autoconclusiva, con un cierre muy satisfactorio. Es ciencia ficción en estado puro, un space opera que auna acción, parafernalia militar, aventura, personajes carismáticos, desafío intelectual y una especulación que cuestiona los parámetros del subgénero en un escenario de enorme despliegue imaginativo. Destacar la traducción que no ha tenido que ser precisamente sencilla y consigue que el libro sea degustado sin perderse en el complejo viaje.

3 comentarios:

Javi dijo...

He dejado pasar esta lectura para el 2018, que este 2017 ha sido bastante bueno y tengo que dejar algo para el año que viene.

Lo malo, es que por culpa de tu reseña me han dado ganas de comprármelo ya XD

Saludos.

Mangrii dijo...

Coincido totalmente. Me he visto obligado a meterlo en las mejores lecturas del año, era inevitable pese a ser de las últimas. Ha sido un viaje tremendo, lleno de maravilla y muy inteligente. Ojalá más novelas de Kameron Hurley por aquí :)

Santiago dijo...

Bueno, Javi, te recomiendo caer en la tentación. Es un libro, creo que intencionadamente, difícil de entrada. pero luego muy satisfactorio.

Y sí, Mangrii, un viaje lleno de sentido de la maravilla, extraño y sorprendente. Yo también quiero más Hurley en español ;-)

Saludos