viernes, 26 de enero de 2018

Reseña: Yo maté a Eugene Foster

Yo maté a Eugene Foster.

Andrea Prieto Pérez.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Autoedición. 2017. Edición digital (ePub). 142 páginas.

El mundo editorial lleva un tiempo cambiando. Si hace no muchos años alguien hubiera vaticinado un nuevo auge de las novelas cortas casi seguro que una mayoría de lectores le hubieran tachado de iluso —tan sólo hay que recordar que no hace tanto los premios UPC de novela corta tenían que publicarse en un tomo que reunía a ganador y accésits para alcanzar un número de páginas «correcto», o que los Alberto Magno costaba verlos en «físico» de forma independiente—. No obstante, en la actualidad tanto en papel como en digital el resurgimiento es evidente, y es mayoritariamente en las facilidades que ofrece este último formato donde los autores pueden dar a conocer sus propuestas, a través de plataformas como Lektu, para llegar a su público de forma directa con mayor posibilidad que por los canales tradicionales de antaño. Es cierto que el ámbito de elección de los lectores se amplía de forma exponencial y que no deja de suponer cierto riesgo ante una oferta que no siempre reúne las aconsejables dosis de corrección y calidad. Pero con un poco de asesoramiento y un poco de suerte es «sencillo» encontrar auténticas joyas. Tal es el caso de la novelette que nos ocupa. Yo maté a Eugene Foster es la primera entrega de una planeada trilogía de fantasía urbana futurista escrita con gran desparpajo y despliegue de imaginación. Puro entretenimiento con perlas de reflexión, la aventura se sitúa en un mundo «distópico» repleto de tecnologías avanzadas y poblado por humanos, brujas, sirenas, cíclopes... y un fantasma recién «llegado» al lugar. Magia y ciencia conviven en un thriller de corte noir detectivesco, y lo hacen de una forma tan sugerente y natural que no aparecen fisuras entre dos mundos tan, en apariencia a priori, distantes y distintos.

Eugene Foster, uno de los salvadores de Grandana, con un ego de tamaño monumental, se descubre muerto en las vías del tren. Su sorpresa es mayúscula, pues su mundo es un lugar donde la muerte ha sido erradicada y el crimen está de lo más controlado, precisamente por los salvadores, auténticos superhéroes modernos. Entonces, ¿qué ha pasado? ¿Cómo es posible que alguien se haya acercado a él sin que se diese cuenta y lo haya asesinado? Porque de lo que no cabe duda es de que su muerte no ha sido accidental. Alguien ha superado su segunda piel, un ingenio maravilloso que mantiene la vida y la salud los humanos de forma casi ilimitada. Alguien ha conseguido acabar con su vida; así que Eugene, convertido en un fantasma tan enfadado como confuso, se encuentra decidido a descubrir el quién y el por qué. Algo difícil de conseguir en su actual estado inmaterial, invisible para todo el mundo, por lo que lo primero que debe hacer es conseguir la ayuda de alguien con quien pueda comunicarse. ¿Qué tal una médium, que además es bruja, y su amiga funcionaria con un pasado turbulento?

Empieza así una aventura dramática, pero cargada de humor, donde la autora va revelando una ambientación de lo más atractiva —inevitable pensar de inicio en Shadowrun, el juego de rol que mezclaba cyberpunk con criaturas sobrenaturales, pero luego se hace evidente que, más allá de alguna coincidencia casual, poco tiene que ver—. La investigación del crimen imposible va desvelando aspectos muy oscuros de la sociedad en que se mueven los personajes, amenazando sacar a la luz secretos a voces de esos que todos sospechan pero nadie se atreve a dar por ciertos. Prieto siembra el texto de homenajes y referencias, desde el mismo principio con esa inopinada asociación de imágenes del finado con Calimero, sin saturar ni entorpecer la lectura, sin meterlas de forma brusca, sino perfectamente integradas en el relato, haciendo muy placentera la lectura.

De inicio es algo chocante un tono prosístico bastante macarra, pero es que el narrador en primera persona, el tal Eugene Foster del título, es también bastante macarra, algo que irá cambiando conforme avance la trama y se vaya haciendo consciente de todo lo que implica su nueva condición, haciendo que ese tono también vaya cambiando. A pesar de tratarse de una novela corta la autora apuesta por una narración con tres puntos de vista en primera persona, y tiene el acierto y la habilidad de dotarlos de su propia voz, muy bien diferenciada. Retrata a la perfección cada personalidad, desde el expansivo¿¿ y bastante fantasma —perdón por el juego de palabras— Foster, a la muy pagada de sí misma, pero enormemente efectiva Dima Abena. Pero donde acierta de pleno es en el retrato de Adrastea Bitar, la bruja-médium con un trastorno mental tan incómodo como bien desarrollado en la trama, sin concentrarse demasiado en su descripción, sino mostrándolo con absoluta delicadeza mediante sus actos y «tics». Adra se convierte por derecho propio en el auténtico hilo conductor de la narración y depara algunas de las mejores escenas.

Y si la autora consigue definir de maravilla las intensas y reales personalidades de sus protagonistas, tampoco se queda atrás en la construcción de una ambientación de enorme atractiva. El mundo sobrenatural, de criaturas fantásticas, brujas, encantamientos, hechizos y amuletos, se encuentra primorosamente integrado en un mundo tecnológico de alta gama, donde la ciencia ha conseguido prolongar tanto la vida gracias a sus inventos, aunque tampoco haya que preguntar demasiado por la ciencia que hay detrás de los mismos, que ha sido necesario crear un nuevo tipo de sociedad. Un lugar donde se ha hecho necesario un nuevo tipo de «policía» —aunque ellos no se consideren tales—, los salvadores, encargados de equilibrar el número de habitantes por métodos expeditivos, que los dota de un enorme poder sobre su conciudadanos, dándoles un aura tan atractiva para unos como reprobable para otros. Un sitio donde los trabajadores más productivos reciben el premio de poder retirarse a colonias recreativas o de ocio —mejores y más lujosas cuanto más estatus se tiene, en eso ha cambiado poco el sistema—, y los elementos negativos son enviados a colonias prisión. Claro que, cuanto más poder se tiene más riesgo existe de extralimitarse en su uso. ¿Están los salvadores a salvo de la tentación? ¿O se dejan llevar algunos, o todos, por prácticas abusivas y están habituados a tomar ciertos atajos beneficiosos, y no siempre éticos ni legales, para cumplir con su trabajo?

Yo maté a Eugene Foster es entretenimiento puro, un interesante thriller fantástico que se lee con fruición y rapidez —a pesar de ciertas erratas en el eBook, al menos en el que a mí me ha llegado, como ausencia de algunos artículos o palabras que no corresponden y parecen haber sustituido a otras de similar escritura pero distinto significado, que distraen de la lectura—. Divertido, adictivo e intrigante es fácil sumergirse en la trama y dejarse llevar, al tiempo que ciertas cuestiones de género y algunas cuestiones morales van permeando la mente sin interferir en la lectura ni sobresalir del relato, de la manera más natural. Sin embargo, conocedores de que se trata de la primera entrega de una planeada trilogía, cabe advertir que el final de la novela encierra la madre de todos los cliffhangers dejando tanto con la boca abierta como con un irresistible deseo de que estuviera ya disponible la segunda entrega. ¡Que no tarde!

4 comentarios:

Javi dijo...

Pues tiene buena pinta, no conocía de nada esta novela corta y me la apunto para el futuro.

Como le dije a otro bloggero, al final voy a tener que dejarme de pasar por blogs como los vuestros, es que siempre que entro mi bolsillo se ve afectado y mi pila de pendientes aumentada XD

Saludos

Santiago dijo...

Hombre, esta, al menos ahora mismo y hasta nueva orden, se encuentra en pago social (gratuito) en Lektu. No va a afectarte al bolsillo, aunque sí a la Pila ;-)

Saludos

Consuelo Abellán dijo...

A mi me pasa lo mismo que a Javi R. Pero pinta muy bien, gracias por la reseña.

Santiago dijo...

Es todo un placer. Gracias a vosotros por pasaros y dejar un comentario. Las reseñas las hacemos para que sirvan de orientación a los lectores, así que si cumplen su función nosotros felices (y si sirven para descubrir valores en alza, mejor que mejor).

Saludos