jueves, 14 de febrero de 2008

Reseña:Harry Potter y el misterio del príncipe

Harry Potter y el misterio del príncipe.

J.K. Rowling.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Salamandra. 2006. Título original: Harry Potter and the Half-Blood Prince. Traducción: Gemma Rovira Ortega. 602 páginas.

Sexta entrega de las aventuras, y desventuras, del todavía aprendiz de mago creado por la imaginación de J.K. Rowling. En este libro parece que la autora ha intentado un tímido retorno al ambiente algo más colegial de las primeras entregas, a los entresijos de Hogwarts, a las clases y a las situaciones estudiantiles con las que tanto se disfrutaba en un principio, cuando el tema de Voldemort no se había convertido en el único centro y la vida de Harry era mucho más entretenida; pero desde luego el intento ha sido algo fallido, pues es imposible liberar al personaje de todo lo vivido, el tema está ya demasiado centrado en su archienemigo y ya nadie se podría creer que Harry tuviera alguna posibilidad de volver a una actividad académica “normal”.

Harry Potter y el misterio del príncipe (no voy a entrar en la polémica de la discutible elección del título en español) es, como se venía intuyendo en las entregas inmediatamente anteriores, un libro para adolescentes creciditos, ya casi adultos, tanto temática como estilísticamente, como si la autora quisiera complacer a sus lectores de toda la vida, adecuarse a su edad, en vez de pensar en todos los niños que se han ido sumando a la aventura. Como ya dije en alguna reseña anterior, los libros de Harry Potter hay que irlos leyendo con la edad del protagonista, aunque se haga difícil dejar pasar el tiempo entre uno y otro sabiendo que ya están todos disponibles.

En este caso concreto, un Harry de 16 años dispuesto a afrontar su penúltimo curso en la escuela de magia con algo de más optimismo que en el pasado; al fin y al cabo ya no es el “apestado” del libro anterior, sino que ahora todos saben que tenía razón sobre Voldemort y se ha convertido casi en un héroe para los demás estudiantes (bueno, para muchos de ellos). Su vida es, pues, mucho más fácil en cuanto a la convivencia con el resto de compañeros, pero en absoluto en cuanto a la carga anímica que supone la amenaza del Señor Oscuro y el conocimiento de la profecía que sobre ambos pende. Hay por ello en todo el libro, acrecentándose conforme avanzan las páginas, un ambiente cada vez más opresivo, con una creciente frustración en Harry por no poder convencer a sus amigos ni a Dumbledore de sus sospechas sobre la posible traición del profesor Snape y sobre el extraño comportamiento desarrollado por Draco Malfoy, comportamiento que le traerá de cabeza para tratar de esclarecerlo.

Como digo, el tema de Voldemort ocupa la mayor parte de la trama del libro y gracias a la magia de Dumbledore asistiremos a parte de la historia de su familia y de cómo Tom Ryddle llegó a convertirse en el Señor Oscuro y de las razones de su odio hacia los “sangre sucia”. Harry tendrá que ayudar a su mentor a localizar y recuperar unos objetos, los Horrocruxes, que encierran la clave para la total recuperación de Voldemort, en cuerpo y alma. Pero entre medio deberá seguir con sus estudios, y será precisamente en su “amada” clase de pociones, que en esta ocasión viene con sorpresa, donde nuestro protagonista encontrará un libro de fórmulas, que le ayudarán a destacar en la asignatura, perteneciente a un tal Príncipe Mestizo. Es chocante en esta ocasión que Harry tome por el camino fácil, ya que el que se sirva del susodicho libro de pociones para salvar los obstáculos de la asignatura y destacar entre sus compañeros, no parece ir con su personalidad, no es propio de él, convirtiéndose en otro de los muchos e incongruentes vaivenes que le ha provocado Rowling en sus aventuras. A lo largo de la novela surge la duda sobre quién era el tal Príncipe Mestizo que a la postre da nombre al título del libro, y de cuáles eran sus intenciones al escribir las fórmulas mágicas, si era bueno o malo, y si es lícito que Harry se aproveche de un conocimiento que no se ha ganado.

Aparece, como no podía ser de otra forma, un nuevo profesor: Slughorn; tan peculiar y curioso como todos los que se han ido sucediendo con anterioridad, aunque ya no sorprende en absoluto, y hasta se hace bastante cargante y totalmente superfluo. Parece que a la autora se la han acabado las vueltas de tuerca en torno al profesorado y repite esquemas ya utilizados, al igual que se dedica a repetir situaciones ya vistas en otros libros con el consecuente desinterés.

Y Dumbledore, en el peor momento, demuestra que es tan “humano” como el que más, con los mismos defectos y “cegueras” que cualquier hijo de vecino, y de alguna manera es víctima de la tragedia que él mismo ha propiciado. De nuevo la tragedia se ceba en Harry, y es que este chico debería llevar, en lugar de su famosa cicatriz, un tatuaje en el que se pudiera leer: “nacido para sufrir”.

Pero es en medio de tanto sufrimiento cuando Rowling aprovecha para realizar un nuevo ejercicio de exaltación de la amistad, del apoyo de los compañeros, de la entrega desinteresada, porque por mucho que Harry se empeñe en luchar solo, siempre necesitará y contará con la ayuda de sus amigos. Tal parece el auténtico leiv motiv de la serie, el valor de la amistad por encima de todas las cosas y a pesar de todos los inconvenientes, enfrentamientos y equivocaciones.

Harry Potter y el misterio del príncipe es una novela que se lee por inercia, porque ya conoces a los protagonistas y por ver qué les sucede, que no deja de ser agradable y de fácil lectura, pero que no llega a la altura de las primeras entregas, aun cuando destaca bastante sobre la quinta y anterior a ella, tal vez porque en esta ocasión la autora no se ha permitido tanto exceso y ha limitado su extensión en casi trescientas páginas sobre aquella, cosa que se agradece, quedándose aún así en unas generosas seiscientas, que fácilmente podrían haber sido menos sin perder nada de la trama. No defrauda, pero tampoco encandila como hiciera antaño. Tal vez es que la magia se esté apagando, o es que no daba para más. Y aún falta la última (esperemos, ya que la autora no ha negado la posibilidad de continuar aún más allá).

Reseñas del resto de la serie:

Harry Potter y la piedra filosofal.

Harry Potter y la cámara secreta.

Harry Potter y el prisionero de Azkaban.

Harry Potter y el cáliz de fuego.

Harry Potter y la Orden del Fénix.

Harry Potter y las Reliquias de la Muerte.

1 comentario:

LordSophonian dijo...

Gran crítica!

Es mi libro favorito de la saga. Me encanta cómo combina Rowling el misterio con el romances: por el día, clases, chismorreos adolescentes; por la noche, las interesantísimas visitas al pasado a través del pensador de Dumbledore. Quizás por esto el desarrollo se me hizo sumamente interesante. También destacaría los giros del final, especialmente el capítulo de la cueva, en el que Rowling demuestra que también sabe manejar muy bien el terror.