viernes, 20 de septiembre de 2013

Reseña: Memoria de tinieblas

Memoria de tinieblas.
Crónica de Tinieblas /2.

Eduardo Vaquerizo.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Sportula. Gijón, 2013. Edición digital (epub). 494 páginas.

Aunque esta novela se desarrolla en el mismo «universo» que Danza de tinieblas, e incluso alguno de sus personajes hace una breve aparición, es obligado decir que no se trata en absoluto de una segunda parte o una secuela al uso, sino de una nueva aventura, de lectura totalmente independiente, que utiliza, eso sí, todo el mundo y la parafernalia creada por el autor para aquella. Un «detalle» que hace que no sea imprescindible —aunque sí muy recomendable— haber leído la primera para disfrutar en plenitud de ésta que nos ocupa. Así, con los mimbres ya creados, Vaquerizo se interna con decisión en su mundo alternativo, dotándolo de una mayor profundidad y amplitud, al tiempo que factura una aventura inteligentemente construida, imaginativa y emocionante, que bebe mucho de la anterior, pero que se revela con entidad propia, mezclándo el toque negro detectivesco con el western, el thriller de intriga y el género bélico de trincheras.

Aún con la calificación del propio editor, se me hace un tanto difícil incluir la novela dentro del steampunk o el más genérico retrofuturismo —incluso a pesar de toda la imaginería con los vehículos, sobre todo militares, las armas rococó y de las magníficas secuencias a bordo de dirigibles—, pero lo que es innegable es que se trata de una brillante ucronía. Un ¿qué hubiera pasado si…? que presenta —como se veía en Danza de tinieblas— un mundo profundamente diferente del que conocemos por nuestra Historia, partiendo del punto de divergencia —o punto Jonbar— que supone la muerte de Felipe II, en un accidente de caza en 1571, en vísperas de una Batalla de Lepanto de la que volvería victorioso Juan de Austria a tiempo de hacerse con el trono, no sin grandes enfrentamientos que le llevarían entre otras cosas a romper con la Iglesia de Roma. Muchas cosas han cambiado desde entonces, en lo tecno y en los sociológico, y el fascinante escenario que se va desarrollando ante los ojos del lector es, aparte de un prodigio de imaginación, uno de ,los grandes alicientes del relato.

Memoria de tinieblas se inicia en Madrid en 1970. El imperio español se desangra en una estancada guerra contra los turcos, donde ninguno de los bandos se impone al otro. La situación en Europa ha dejado en barbecho la colonización de los territorios de Norteamérica conocidos como Nueva Borgoña, salvo las zonas más costeras, pero ahora la situación está cambiando y cada vez más descontentos ven en ellos su tierra de promisión y se embarcan en un peligroso viaje en busca de nuevos asentamientos y horizontes de libertad, lejos de la garra de los poderosos. Obviamente, estos ni pueden ni quieren permitirles escapar de su yugo ni renunciar a esas tierras, y buscan ejercer su dominio. Un dominio enormemente dificultado por la distancia y por la sangría, en vidas, pero también económica, que supone el enfrentamiento con el enemigo otomano a las puertas del Imperio en Alsacia.

En esa tesitura, la investigación de una extraña muerte que alguien quiere silenciar, los rastros de una posible conspiración, y el interés propio harán que Alonso Castañeda, recién retornado de las Américas, se vea envuelto en un peligro que amenaza los cimientos del mismo Imperio.

Vaquerizo juega a la perfección con los tiempos, mostrando retazos de «presente» —en ese Madrid de 1970, que sigue modernizándose respecto al 1927 que encontrábamos en la anterior entrega, pero sigue lleno de facciones enfrentadas, de burócratas, de judios cabalistas y chochabías secretas— y volviendo sobre la historia anterior de Castañeda en las colonias, en amplios flashbacks intercalados con la investigación, con las razones que le llevaron allí y de las «amistades» que hizo. Tiene así el acierto de «abrir» el escenario, manteniendo una buena parte de la atención en esa capital del Imperio con reminiscencias del Siglo de Oro, pero ampliando las localizaciones y llevando también la acción a las colonias al otro lado del Atlántico primero, y hasta las fronteras del Imperio donde se combate con los turcos, después, al tiempo que deja caer retazos de la situación en otras partes del mundo que dan una enorme sensación de complejidad a la historia.

Cabe decir que, para mi gusto, mientras la parte «ucrónica» se encuentra muy lograda y plenamente justificada —cuando se pudiera antojar que la tecnología ha evolucionado más bien poco para el periodo histórico o que Norteamérica debiera haber sido ampliamente colonizada para ese momento, el autor da unas explicaciones coherentes para dejarlo todo bien explicado—, la parte más «mística» de las aventuras de Castañeda en Nueva Borgona chirría un tanto dentro del contexto, rompiendo un tanto el ritmo de la narración, más por su escasa explicación que porque no termine de encajar del todo en el tono general. Así, algunos de los capítulos del protagonista en el interior del nuevo continente pecan de repetitivos en exceso y muestran un distanciamiento sicodélico que alejan un tanto el relato de su mejor discurrir, que se recupera una vez las potencias coloniales deciden tomar cartas en la situación y enviar sus tropas a sojuzgar a los «rebeldes».
Junto al protagonista sobresalen de la narración las dos partenaires femeninas que Vaquerizo tiene el acierto de hacerle acompañar por separado en cada una de las partes de este relato. Aunque en algunos momentos se antojan un tanto desaprovechadas, lo cierto es que están dotadas de una fuerza y unos sentimientos que hacen desear que hubieran sido desarrolladas en todo su potencial. Si por un lado, la periodista Marta Wuwei, ayudará, no sin reticencias y ciertos vaivenes, en la investigación del crimen en el Madrid de 1970; la colono Marie se destapa, con todo el bagaje que arrastra de su pasado, como el gran personaje trágico de la novela., llenando las páginas en que aparece de gran intensidad y cierta tristeza.

Conchavías, sociedades secretas, conspiraciones en la sombra, territorios inexplorados, indios y colonos, intrigantes misterios, un Imperio demasiado grande, burocrático y corrupto, que se devora a sí mismo en una guerra que no puede ganar ni perder, un cargamento que muchos parecen perseguir… Memoria de tinieblas es una novela de acción y pura aventura más que entretenida. Bien llevada y estructurada, y acertadamente escrita. Con un escenario tan extraño y ajeno por momentos como sorprendentemente reconocible en otros. Con una historia muy meditada, muy medida, en la que todos los cambios introducidos respecto a nuestra realidad tienen su coherencia, su razón de ser y, los más importante quizá, su verosimilitud, pues con un pequeñísimo giro del destino lo narrado en la «macrohistoria» de la novela muy bien podría haber sucedido. Es de desear que Vaquerizo siga ampliando las fronteras de su mundo, porque el final de esta novela, plenamente independiente, deja con ganas de más. Si se disfruta del juego que supone la ucronía, con un toque de fantasía, este es sin duda un libro más que recomendable.

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