jueves, 29 de enero de 2015

Reseña: Africanus. El hijo del cónsul.

Africanus. El hijo del cónsul.
La Trilogía de Roma, libro I.

Santiago Posteguillo.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Ediciones B. Col. B de Bolsillo. Barcelona, 2014. 716 páginas.

Una «buena» novela histórica debe aunar el rigor de la documentación con la amenidad de la ficción. No basta disponer de una gran cantidad de datos de lo más interesantes si luego no se sabe plasmarlos en una trama atractiva y entretenida —de hecho el abuso de datos suele entorpecer el «entretenimiento» de la lectura—, pero tampoco cabe disponer una emocionante narración llena de inexactitudes o anacronismos que arrastren el relato a la pura fantasía. Cuando se reúnen una recreación histórica atractiva, unos personajes bien construidos y —sobre todo— verídicos en sus actuaciones, fiel reflejo de lo que nos ha llegado de ellos, unas tramas emocionantes, una prosa vibrante y efectiva, y un firme manejo de la épica que se desprende de la propia Historia y los enfrentamientos bélicos que la conforman, el resultado no puede ser más espectacular. Y eso es precisamente lo que Posteguillo consigue con Africanus, el hijo del cónsul, primera entrega de su Trilogía de Roma, que se completa con Las legiones malditas y La traición de Roma; el reflejo de una época fascinante en el que el destino de las naciones pendía de las decisiones de unos cuantos generales y políticos; una época y unas personas que ayudaron a conformar el mundo tal y como ahora lo conocemos.

La novela empieza, como no podía ser de otra manera, algo despacio, con un ritmo un tanto lento, presentando tanto la situación histórica como a los personajes involucrados. En el siglo III a.C. la incipiente expansión de Roma y su creciente influencia en el Mediterráneo estuvo a punto de ser cortada de raíz por la Segunda Guerra Púnica, cuando el ejército cartaginés liderado por Aníbal Barca se enseñorea de la península itálica poniendo en jaque todo el creciente poderío militar y económico romano. La narración abarca un importante periodo de tiempo, desde el nacimiento de Publio Cornelio Escipión, el hijo del cónsul del título, en el 235 a.C., hasta la campaña en Hispania en el año 209 a.C.

A pesar del título, otorgándole aparentemente el protagonismo a Escipión, lo cierto es que se trata de una novela enormemente coral, con gran número de actores principales, como Aníbal, genial estratega de los cartagineses; Publio Cornelio Escipión —padre— y su hermano Cneo Cornelio Escipión, grandes generales y procónsules en Hispania, quienes con sus lecciones y ejemplo modelarían la personalidad de su joven hijo y sobrino; Quinto Fabio Máximo, varias veces cónsul y dictador romano, quien con sus manipulaciones tendrá mucho que ver con el inicio y el devenir posterior de la guerra; Marco Porcio Catón, a la sombra del anterior, en sus años de «formación», bebiendo política de un gran intrigador… Y junto a ellos un buen número de personajes históricos que de alguna manera participaron en el devenir de los hechos.

La incorporación como uno de esos personajes de Plauto, afamado autor teatral que, antes de alcanzar renombre, llegaría a vivir en la más absoluta miseria y para salir de la cual se alistaría en las legiones, permite al autor una atractiva recreación de la vida de la época a través de las diversas gentes de muy diferentes extractos sociales con las que se cruza, ofreciendo un retrato muy amplio al reflejar no sólo los estamentos más altos de la sociedad romana, sino también a sus clases bajas y medias: los más desfavorecidos, los esclavos, los comerciantes, los legionarios, los actores y toda clase de ciudadanos. Posteguillo no se limita a retratar la guerra, sino los entresijos de la Roma cotidiana, la organización política, las reuniones del senado y las maniobras e intereses de sus senadores, el día a día de las familias patricias, la educación de los hijos y la intendencia doméstica, la relación con los dioses, el funcionamiento de los mercados, el negocio de los gladiadores callejeros, el nacimiento del teatro, y tantas cosas que evocan de manera prístina la vida de la época.

A este retrato social el autor añade una excelente descripción de las batallas, dando gran importancia a las tácticas de unos y otros combatientes, ofreciendo la cantidad necesaria de detalles «técnicos» sin llegar a abrumar, combinándolos con el tono exacto de emoción y épica. El importante trabajo de documentación se ve acompañado de una interesante recreación de la que pudiera haber sido las personalidades de sus protagonistas, siempre basándose en lo que los autores de la época pudieran haber dejado escrito sobre ellos. Es obvio que en su forma de actuar en el día a día o en su intimidad es dónde más libertades caben tomarse, pero en ningún momento los personajes parecen impostados o falsos, aunque es cierto que algunos de ellos pueden pecar de cierto maniqueísmo.

La documentación se va introduciendo de forma amena y ligera, dotando de emoción y épica a las batallas, y de una realista humanidad a las escenas más cotidianas. Africanus ofrece así al lector un relato emocionante, que retrata unos hechos apasionantes en un momento de la Historia que podría haber cambiado totalmente el devenir del futuro con que siquiera alguna de los acontecimientos hubieran resultado apenas un poco distintos; y donde se demuestra que muchas veces las cifras no lo son todo, y la superioridad de efectivos o de una posición a priori inexpugnable se puede ver suplida por el ingenio y una buena estrategia. Dos grandes generales, geniales estrategas dotados de extraordinaria inteligencia para la táctica, se verán enfrentados por ver ver cuál de sus ciudades se convierte en la gran potencia del Mediterráneo occidental.

Como pequeños defectos podrían mencionarse la inclusión, en la trama dedicada a Plauto, de largos resúmenes de obras teatrales de la época que quizá más adelante tengan su importancia pero que en la actual no aportan realmente demasiado al relato general; y el abuso en ocasiones del cambio del tiempo verbal, del pretérito al presente, en ciertas escenas, para remarcar sin duda su cercanía o espectacularidad, cual si de una cámara lenta cinematográfica se tratara, pero que de alguna manera consigue un efecto negativo con una inicial perplejidad que corta el ritmo sacando momentáneamente de la lectura.

La edición incluye mapas y croquis de las diferentes batallas y asedios que van teniendo lugar a lo largo de la narración, que ayudan a seguir la acción; y una extensa bibliografía para quien desee ampliar sus conocimientos sobre el tema. Africanus, primera entrega de la Trilogía de Roma, ofrece tanto amenidad como rigor histórico, entretenimiento y erudición entrelazados en una interesante lectura.

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